EL BARRIO COMO PELIGRO. JUVENTUD, MIGRACIÓN Y DESIGUALDAD ESPACIAL EN UN BARRIO DEL GRAN BUENOS AIRES.

Verónica Hendel (Investigadora asistente y docente, CONICET-UNLu-UBA) Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

RESUMEN:

Este escrito tiene como objetivo contribuir al debate sobre el vínculo entre el orden socio-espacial y la experiencia y el conocimiento construidos a partir de prácticas que dan forma a ciertos modos de "habitar" la ciudad (Ingold, 2007; Duhau y Giglia, 2008) entre jóvenes que forman parte de familias que han migrado desde países cercanos y residen actualmente en un barrio ubicado en el noroeste del Gran Buenos Aires. En este trabajo retomamos hipótesis elaboradas en otros escritos (Hendel, 2018, 2019) en torno a las formas en que la ciudad es experimentada, apropiada y disputada por jóvenes que habitan barrios que condensan profundas desigualdades de distinto tipo y cómo esas experiencias se relacionan con sus procesos de identificación. En este sentido, pretendemos profundizar el análisis de las formas en que ciertos espacios (específicamente, la escuela y la calle) producen y reproducen diferencias y desigualdades socio-espaciales y simbólicas, que se entrecruzan con las formas en que los sujetos se apropian, habitan y disputan esos espacios. Para ello, reconstruiremos y analizaremos las experiencias del espacio urbano de un grupo de jóvenes, a partir de los registros del trabajo de campo etnográfico, las entrevistas en profundidad que hemos realizado en los últimos años y el análisis de narrativas cartográficas elaboradas por ellos elaboradas.

PALABRAS CLAVE: ciudad – jóvenes migrantes – cartografía – desigualdad - violencias

 

THE NEIGHBORHOOD AS DANGER.

YOUTH, MIGRATION AND SPATIAL INEQUALITY IN A NEIGHBORHOOD OF GREATER BUENOS AIRES.

ABSTRACT:

This paper aims to contribute to the debate on the link between the socio-spatial order and the experience and knowledge built from practices that shape certain ways of "inhabiting" the city (Ingold, 2007; Duhau and Giglia, 2008 ) among young people who are part of families that have migrated from nearby countries and currently reside in a neighborhood located in the northwest of Greater Buenos Aires. In this work we return to hypotheses elaborated in other writings (Hendel, 2018, 2019) about the ways in which the city is experienced, appropriate and disputed by young people who inhabit neighborhoods that condense deep inequalities of different kinds and how these experiences are related with their identification processes. In this sense, we intend to deepen the analysis of the ways in which certain spaces (specifically, the school and the street) produce and reproduce socio-spatial and symbolic differences and inequalities, which intersect with the ways in which subjects appropriate, inhabit and they dispute those spaces. To do this, we will reconstruct and analyze the experiences of the urban space of a group of young people, based on the records of the ethnographic fieldwork, the in-depth interviews that we have carried out in recent years and the analysis of cartographic narratives prepared by them.

KEY WORDS: City - Young Migrants – Cartography – Inequality- Violence

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EL GASTO METROPOLITANO EN SEGURIDAD EN LA RMBA

Carlos R. Martínez, Profesor Adjunto, Área de Sistemas Económicos Urbanos,Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

Ricardo A. Paparás, Jefe de Trabajos Prácticos, Área de Estado, Gobierno y Administración Pública, Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Martín L. Mangas, Jefe de Trabajos Prácticos, Área de Economía Política, Instituto de Industria, Universidad Nacional de General Sarmiento, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Resumen

El trabajo busca identificar dentro de las políticas presupuestarias para el año 2019 del Estado Nacional, la CABA, la Provincia de Buenos Aires y los municipios que integran la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) el gasto destinado a la finalidad “seguridad” que adquiere un carácter “metropolitano”. El mismo surge de computar y agregar en las jurisdicciones mencionadas aquellas decisiones de gasto que se comparten, que trascienden a una única jurisdicción y que tienen una presencia e incidencia territorial en esa zona. Dicha finalidad de gasto adquiere una alta relevancia dentro del total del gasto metropolitano, a la vez que tiene un diferente alcance al comparar el correspondiente a la CABA con el del conjunto de municipios que componen el resto de la RMBA.

Ante la ausencia de un clasificador presupuestario que consolide aquellos gastos considerados metropolitanos, la metodología utilizada se basa en la identificación y cuantificación de las erogaciones que cumplan con dicha denominación de la CABA y los 40 municipios bonaerenses que componen el aglomerado, a lo que se adiciona una porción pertinente del gasto nacional y del gasto bonaerense. Dicho análisis se asienta en información de fuentes secundarias provenientes de los respectivos presupuestos aprobados para el año 2019.

Palabras claves: gasto público, seguridad, metropolitano, políticas públicas, gobernanza metropolitana

 

Metropolitan spending on Security in the RMBA

Summary

The work seeks to identify within the budgetary policies for the year 2019 of the National State, the CABA, the Province of Buenos Aires and the municipalities that make up the Metropolitan Region of Buenos Aires the expenditure destined for the purpose of "security" that acquires a character "metropolitan". It arises from computing and adding in the aforementioned jurisdictions those spending decisions that are shared, that transcend a single jurisdiction and that have a territorial presence and incidence in that area. Said spending purpose acquires a high relevance within total metropolitan spending, at the same time that it has a different scope when comparing that corresponding to the CABA with that of the set of municipalities that make up the rest of the RMBA.

In the absence of a budgetary classifier that consolidates those expenses considered metropolitan, the methodology used is based on the identification and quantification of the expenditures that comply with that denomination of the CABA and the 40 Buenos Aires municipalities that make up the agglomerate, to which is added a relevant portion of national spending and Buenos Aires spending. This analysis is based on information from secondary sources from the respective budgets approved for the year 2019.

Keywords: public spending, security, metropolitan, public policies, metropolitan governance.

 

Introducción

El objetivo del presente trabajo es identificar dentro de las políticas presupuestarias para el año 2019 definidas por el Estado Nacional, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires y los municipios que integran la Región Metropolitana de Buenos Aires, el gasto destinado a la finalidad “seguridad” que podríamos denominar “metropolitano”.

La zona geográfica delimitada en el párrafo anterior presenta una multiplicidad de problemáticas que no reconocen los límites jurisdiccionales y que son objeto de acciones por parte de los gobiernos que integran dicho territorio. Desde esta mirada, la idea de gasto “metropolitano” surge de computar y agregar en las jurisdicciones mencionadas aquellas decisiones de gasto que se comparten, que trascienden a una única jurisdicción y que tienen una presencia e incidencia territorial en dicha zona geográfica.

El nudo central de la problemática metropolitana se explica en que: “por lo general, las grandes ciudades tienen grandes problemas. Tránsito congestionado, contaminación, criminalidad, recogimiento y eliminación de basura, vivienda y saneamiento. Cuando las grandes ciudades están rodeadas de pobreza, como es el caso en los países menos desarrollados […] las demandas sociales –salud y educación– […] acarrean una carga más pesada” (Rezende: 2005, p. 317).

A diferencia de las concepciones asociadas a la gobernanza metropolitana (Lanfranchi y Bidart: 2016, Lanfranchi y otros: 2018), aquí el enfoque no está dado en la coordinación de esfuerzos que realizan o deberían tener los gobiernos que integran el área metropolitana para resolver las problemáticas comunes, sea mediante arreglos informales o a través de instituciones que puedan conformar una autoridad metropolitana.

La metropolización del territorio de la RMBA es resultado de la urbanización acelerada y el crecimiento demográfico que se condice con el histórico centralismo de Buenos Aires. Este espacio geográfico presenta una gran fragmentación política y administrativa que dificulta el gobierno de las cuestiones que afectan al conjunto de sus habitantes.

Como señala Badía (2010), el extenso territorio de la RMBA está gobernado de hecho o por defecto por una acumulación de decisiones más o menos autónomas de las instancias jurídico-administrativas que las componen, que no se articulan en torno a una concepción clara de lo metropolitano. En el agregado, los problemas son de mayor escala y complejidad que los que puedan enfrentar cada gobierno particular, lo que tensiona las formas clásicas de gestionar la cuestión pública a partir de una mirada sectorial/jurisdiccional.

Por lo tanto, la presencia de erogaciones en los presupuestos de cada jurisdicción que atienden a la resolución de una problemática común como lo es la seguridad pública, no refleja necesariamente la existencia de coordinación alguna con otra u otras jurisdicciones.

En particular, el área de la seguridad pública no ha delegado competencias en alguna autoridad metropolitana, y los esfuerzos en muchos casos aparecen desarticulados, con una alta fragmentación y con avances parciales.

La seguridad pública debe hacer frente a diferentes problemáticas como el crimen organizado, las economías ilegales y la delincuencia común y las bandas locales que se desenvuelven en territorios que no respetan los límites políticos de los municipios (Gallego y otros, 2018) y, en el caso de la RMBA, de la Ciudad de Buenos Aires.

En la RMBA conviven las fuerzas de la Policía Federal Argentina, Gendarmería Nacional, Prefectura Naval Argentina y Policía de Seguridad Aeroportuaria (Nación), la Policía Bonaerense (PBA) que incluye a las llamadas policías locales, personal de seguridad de los gobiernos locales (municipales en muchos casos financiado por la Provincia) y la Policía de la Ciudad (CABA). A su vez, se implementan diversas políticas de seguridad y criminales desde los distintos estamentos jurisdiccionales.

El entramado de actores da cuenta de la participación de los tres niveles de gobierno en las decisiones referentes a la seguridad pública. Las relaciones intergubernamentales en esta materia, si bien nunca alcanzaron el nivel de coordinación que requiere la problemática, han ensayado respuestas desde la transferencia (de iure o de facto) de funciones, de recursos y por medio de acuerdos en campos específicos que no parecen responder a una planificación previa y que, en muchos casos, muestran contradicciones, marchas y contramarchas.

En este marco puede reseñarse la transferencia de funciones de seguridad, iniciada en enero de 2016 de la Nación hacia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y su correspondencia con el aumento en un 167% del porcentaje de distribución secundaria de recursos coparticipables que se lleva la CABA, decisión que el presidente Macri tomó de forma unilateral. La CABA venía reclamando una mayor autonomía en esta materia y traía la experiencia reciente de puesta en marcha de la Policía Metropolitana, que, mediante esta transferencia resultaría reconvertida en Policía de la Ciudad.

Anteriormente, la Provincia de Buenos Aires ya había avanzado en 2014 en la municipalización de las políticas de seguridad, al definir -también por decreto del entonces gobernador Daniel Scioli- la creación de policías locales con importante presencia en los municipios del conurbano bonaerense (pero bajo jurisdicción de la Policía Bonaerense, es decir del gobierno provincial) y con financiamiento provincial

Vale recordar que dicho decreto buscó clausurar el debate parlamentario en la materia, en momentos en que la legislatura avanzaba hacía la creación de verdaderas policías locales, esto es, con jurisdicción de los gobiernos municipales bonaerenses.

Según Arias, Rosada-Granados y Sain: “Por razones operativas es recomendable que los nuevos modelos policiales sean descentralizados, para lo cual es indispensable transferir potestades y recursos a lo local, mediante un proceso paulatino de coordinación con sus autoridades, a fin de alimentar procesos locales de decisión” (Arias, Rosada-Granados y Sain: 2012, p. 34).

Con el cambio de gobierno en la provincia en 2016, se modificó el eje de políticas, tendiéndose hacia una recentralización. En la práctica, esto implicó paralizar el ingreso de nuevos agentes a las policías de cercanía, lo que también parece haber respondido a una decisión política de limitar la injerencia de los intendentes municipales. Ya para el año 2018 incluso se avanzó con la eliminación de dichas fuerzas, por adhesión y mediante la fusión con el conjunto de la Policía Bonaerense, y que tuvo mayor acogida en los municipios oficialistas y de menor dimensión.

En términos metodológicos, desde el punto de vista presupuestario, no es posible asociar una ciudad o un grupo de municipios a una “metrópoli”. En la zona geográfica comprendida por la Región Metropolitana de Buenos Aires conviven (y se intersectan) una parte del gasto nacional, una parte del gasto del estado bonaerense, el gasto de una jurisdicción que no es ni una provincia ni un municipio (la CABA) y las erogaciones que realizan los 40 municipios bonaerenses que componen el aglomerado.

Por lo tanto, el gasto metropolitano no es la suma matemática del gasto de la CABA y los 40 municipios bonaerenses, sino que es sólo una parte de eso, a lo que se debe adicionar una porción pertinente del gasto nacional y del gasto de la provincia de Buenos Aires.

Para identificar el gasto “metropolitano” es decisivo utilizar el clasificador geográfico. Este clasificador es el que permite dar respuesta a la pregunta: ¿dónde se gasta? En un territorio que contiene a una única jurisdicción (por ejemplo, la CABA o cualquier municipio bonaerense) esto es indiferente, pero en la Nación (cuyo gasto se refleja en 24 provincias) o en la provincia de Buenos Aires (que gasta en 135 municipios) es notorio que sin esa apertura presupuestaria es imposible realizar una desagregación que pueda dar cuenta de la dimensión territorial.

Si bien este clasificador presupuestario es relevante, no es exclusivo ni excluyente. No todo el gasto nacional aplicado en la CABA o en la Provincia de Buenos Aires se corresponde con la definición de “metropolitano”, tanto porque en el caso de la CABA sólo corresponde identificar aquellos asuntos que tienen el carácter de “metropolitano” y excluir aquellos que no lo son, y en la provincia, porque además del aspecto anterior, hay que excluir a todo el territorio bonaerense que no forma parte de la Región Metropolitana. Por todas estas razones, la tarea principal se orientó a identificar qué organismos y partidas de gasto en los presupuestos aprobados del año 2019 daban cuenta de esta taxonomía.

Los resultados que se presentan deben ser considerados teniendo en cuenta las limitaciones ya señaladas. Lo mismo pasa con la clasificación hecha para agrupar el gasto por “función”, ya que difiere en cada jurisdicción el criterio, y para este trabajo se ha realizado una unificación “ad-hoc”.

Resultados del impacto territorial

En la presente sección se explicita, en primer lugar, cual es el territorio de la RMBA, para luego detallar, para cada nivel jurisdiccional (nación, provincia de Buenos Aires, ciudad autónoma de Buenos Aires y cuarenta municipios bonaerenses) las erogaciones que se han considerado para componen el gasto metropolitano en seguridad.

Más adelante se presentan los valores, para los cuatro tipos de jurisdicciones referidas en el párrafo precedente, correspondiente al total del gasto metropolitano y al gasto metropolitano en seguridad.

Después se analizan dichos valores, de modo tal de detectar sesgos, en términos de una mayor o preeminencia del gasto en seguridad, en los distintos tipos de jurisdicciones identificadas, en relación a la importancia del conjunto de erogaciones metropolitanas.

Finalmente, se realiza una comparación entre el total del gasto metropolitano en seguridad (nacional, provincial y municipal) desarrollado en territorio bonaerense, respecto a las erogaciones totales (nacionales y del gobierno de la ciudad autónoma) que tienen lugar en suelo porteño, en valor absoluto y por habitante.

La Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), que se presenta en la Figura 1, tiene como epicentro a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se extiende a un conjunto de municipios de la Provincia de Buenos Aires siguiendo la traza de las principales líneas del ferrocarril, constituyéndose en el gran aglomerado urbano del país con más de 16 millones y medio de habitantes, resultando así la segunda región metropolitana más grande de Sudamérica y una de las veinticinco mayores del mundo. 

 

Figura Nº 1: Región Metropolitana de Buenos Aires

 Fuente: Dirección Provincial de Ordenamiento Urbano y Territorial, Provincia de Buenos Aires.

 

Dentro del gasto público del gobierno nacional, previsto en el presupuesto 2019, las erogaciones de la función seguridad que tienen lugar en la Región Metropolitana de Buenos Aires remiten, fundamentalmente, a gastos realizados en el espacio geográfico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según el siguiente detalle de actividades y programas.

 

Cuadro Nº 1: Monto por actividad y programa de gasto metropolitano en seguridad de la RMBA correspondiente al Sector Público Nacional. Presupuesto 2019. En pesos corrientes.

Programa / Actividad

Presupuesto 2019

Políticas de seguridad en espectáculos futbolísticos

22.856.351

Políticas de seguridad, participación ciudadana, territorial, investigación del delito organizado

153.630.704

Acciones de inteligencia criminal

239.553.887

Acciones de investigación del delito organizado y complejo

27.985.847

Acciones de política de seguridad e intervención territorial

63.444.869

Seguridad en el Transporte

817.326.574

Mantenimiento del orden público

1.825.552.922

Prestación del servicio de policía adicional

4.571.868.726

Total

7.722.219.880

 Fuente: elaboración propia en base a datos del Ministerio de Hacienda.

 

Resulta notorio que el grueso (93%) del gasto nacional metropolitano en seguridad se corresponde a seguridad en el transporte, mantenimiento del orden público y prestación del servicio de policía adicional.

A su vez, en relación al gasto metropolitano en seguridad llevado adelante por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se presenta la siguiente desagregación.

 

Cuadro Nº 2: Monto por actividad y programa de gasto metropolitano en seguridad correspondiente al Gobierno de la CABA. Presupuesto 2019. En pesos corrientes.

 

Programa / Actividad   

Presupuesto 2019

Plan de seguridad pública (incluye Policía de la Ciudad)

40.243.383.445

Instituto Superior de la Seguridad Publica

292.793.685

Total

40.536.177.130

  Fuente: elaboración propia en base a datos del Gobierno de la CABA.

 

No sorprende el hecho de que la inmensa mayoría (99%) del gasto metropolitano en seguridad del gobierno porteño se corresponda con el sostenimiento de la fuerza policial local, que, a partir de la integración de efectivos que anteriormente correspondían a la Política Federal Argentina, ha pasado de llamarse Policía Metropolitana, a denominarse Policía de la Ciudad.

En cuanto a la situación correspondiente al gasto metropolitano en seguridad presupuestado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, los guarismos fiscales presentan la siguiente composición.

 

Cuadro Nº 3: Monto por actividad y programa de gasto metropolitano en seguridad de la RMBA correspondiente al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Presupuesto 2019. En pesos corrientes.

Programa / Actividad

Presupuesto 2019

Actividades Centrales y Programas

20.093.420.596   

Jefatura Zarate-Campana

 1.151.304.000   

Jefatura Cañuelas

 1.784.654.000   

Jefatura Conurbano Norte

 2.441.136.000   

Jefatura San Martin

 1.967.197.000   

Jefatura Pilar

 2.221.804.000   

Jefatura Moreno

 1.386.603.000   

Jefatura Morón

 2.032.316.000   

Jefatura La Matanza

 3.440.247.000   

Jefatura Merlo

 1.097.005.000   

Jefatura Almirante Brown

 2.689.669.000   

Jefatura Lanús

 3.358.331.000   

Jefatura La Plata

 3.934.676.000   

Jefatura Quilmes

 4.016.549.000   

Total

51.614.911.596   

Fuente: elaboración propia en base a datos del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

En el caso del gasto del gobierno bonaerense, se aprecia que un 39% corresponde a las actividades centrales de la fuerza, mientras que el 61% restante se ha asignado a las jefaturas departamentales correspondientes a la parte de la RMBA sita en el territorio de la provincia de Buenos Aires.

A su vez, para el conjunto de los municipios bonaerenses que forman parte de la RMBA es necesario desglosar una serie de precisiones y aclaraciones metodológicas, dada la heterogeneidad de fuentes y el consiguiente tratamiento de los datos que tal condición ha ameritado. 

En relación a los distritos para los cuales ha sido posible conocer algún dato referido a las erogaciones previstas en el respectivo presupuesto 2019 correspondientes a la función seguridad es necesario dar cuenta del universo de fuentes que han sido utilizadas sobre el particular.

La fuente más habitual han sido los informes económico financieros al 30 de junio de 2019 que publican en sus respectivos sitios web los distintos municipios bonaerenses de la RMBA, atento a una manda del Tribunal de Cuentas de la Provincia de Buenos Aires, que obliga a realizar dicha publicación. A partir de dichos informes ha sido posible identificar las partidas correspondientes a los programas vinculados con la seguridad, que, muchas veces, incluyen, además del apoyo a la función policial (desarrollada por la Policía Bonaerense), acciones tales como el sostenimiento de guardias urbanas (integradas por personal civil municipal), sistemas de video vigilancia y, en ocasiones, cuestiones tales como la seguridad vial y el apoyo financiero a los cuarteles de bomberos.

En otros casos, directamente las publicaciones oficiales de algunos gobiernos locales presentaban el presupuesto por finalidad y función, identificando el monto de la función seguridad. 

Finalmente, en unos pocos distritos, en medios locales o entre las noticias publicadas por la propia web municipal, se destacaba el valor o peso del gasto en seguridad en 2019.

Vale destacar que no ha sido posible acceder a la información desagregada que permita conocer el valor de sus respectivas erogaciones en seguridad para todos los municipios bonaerenses que integran la RMBA.

En cambio, sí ha sido posible acceder a datos acerca al monto global de los presupuestos aprobados para el ejercicio 2019 en esos 40 gobiernos locales y a los guarismos correspondientes a gastos en seguridad de 28 de ellos. Este grupo de 28 distritos concentra un 83% del gasto total municipal de la región y destina a seguridad, en promedio ponderado, un 6,55% de sus respectivos presupuestos.

Atento a ello, se ha estimado, para los otros 12 municipios (para los que no se conoce el gasto en seguridad) que la asignación presupuestaria vinculada con la seguridad ciudadana representa, en promedio, una proporción similar del total de sus presupuestos 2019 que la observada en la media de los restantes 28 distritos.

A partir de dicha estimación y de los datos utilizados para realizar tal inferencia, ha sido posible construir el siguiente detalle del gasto metropolitano en seguridad previsto por los municipios de la RMBA para el ejercicio 2019.

 

Cuadro Nº 4: Monto por municipio de gasto metropolitano en seguridad correspondiente a los gobiernos locales bonaerenses que integran la RMBA. Presupuesto 2019. En pesos corrientes.

Municipio

Presupuesto 2019

Almirante Brown

453.150.000   

Avellaneda

323.570.963   

Berazategui

249.952.384   

Berisso

25.711.398   

Brandsen*

31.382.669   

Campana

97.864.329   

Cañuelas*

42.808.245   

Ensenada

42.312.477   

Escobar*

273.802.580   

Estaban Echeverría*

177.434.503   

Exaltación de la Cruz*

45.511.906   

Ezeiza

108.528.405   

Florencio Varela

157.437.999   

General Las Heras

4.971.900   

General Rodríguez

33.756.947   

General San Martin

361.986.518   

Hurlingham*

145.901.495   

Ituzaingó

144.988.449   

José C. Paz

85.736.565   

La Matanza

596.209.477   

La Plata

1.142.000.000   

Lanús

335.697.069   

Lujan*

107.398.453   

Lomas de Zamora

373.834.632   

Malvinas Argentinas

308.450.231   

Marcos Paz*

68.868.386   

Merlo*

377.615.847   

Moreno

254.236.357   

Morón

433.162.189   

Pilar

502.008.142   

Presidente Perón

25.340.397   

Quilmes

429.987.399   

San Fernando*

299.854.081   

San Isidro

1.153.903.332   

San Miguel*

261.868.863   

San Vicente*

43.724.629   

Tigre

680.361.645   

Tres De Febrero

310.849.216   

Vicente López

561.862.346   

Zarate

165.359.000   

Total

11.239.401.422   

*Nota: Monto estimado como un 6,55% del total del presupuesto municipal.

Fuente: elaboración propia en base a datos municipales.

 

Corresponde ahora detallar el peso del gasto metropolitano en seguridad de la RMBA correspondiente a cada nivel jurisdiccional y en relación a los respectivos valores del gasto metropolitano total de la región.

 

Cuadro Nº 5: Gasto metropolitano (en seguridad y total) de la RMBA por nivel jurisdiccional. Presupuesto 2019. En pesos corrientes y en porcentaje del total.

Nivel

Seguridad(1)

%

Total Metropolitano (2)

%

Seg. / Tot.

(3= 1/2)

Nacional

7.722.219.880

 6,9%

242.932.796.425

41,1%

3,2%

GCBA

40.536.177.130

36,5%

142.257.366.466

24,1%

28,5%

Provincial

51.614.911.596

46,5%

122.561.625.915

20,8%

42,1%

Municipal

11.239.401.422

10,1%

  82.378.514.056

14,0%

13,6%

Total

  111.112.710.028

100,0%

590.130.302.862

100,0%

18,8%

Fuente: elaboración propia en base a datos nacionales, provinciales, municipales y del GCBA.

 

Tal como puede apreciarse, el nivel provincial de gobierno (GCBA y gobierno de la Provincia de Buenos Aires) tiene, acorde a la distribución de funciones prevista en el ordenamiento jurídico argentino, un peso preponderante en materia de provisión de seguridad en la RMBA.

Así, más de cuatro quintas partes del gasto en seguridad (83%) corresponden a dicho nivel, mientras que los municipios bonaerenses de la RMBA se hacen cargo de un 10% del esfuerzo fiscal en materia de seguridad metropolitana y el Estado Nacional apenas eroga un 7% de los recursos destinados a esta temática en la región de referencia.

Cuando se analiza la situación del conjunto de los gastos metropolitanos de la RMBA el resultado es muy distinto. Así, el Estado Nacional, tanto por medio de las organizaciones que integran la Administración Pública Nacional, como merced a la acción de las Empresas Públicas nacionales, cubre un 41% de este tipo de erogaciones. Dos tercios de tales asignaciones presupuestarias nacionales corresponden a agua y alcantarillado, transporte y educación (con un fuerte peso, en este último caso, de las Universidades Nacionales sitas en la región) y apenas poco más de un 3% a la función seguridad.

Por su parte, al nivel provincial de gobierno corresponde otro 45% de los gastos públicos metropolitanos en la RMBA (24% para el gobierno porteño y 41% para el bonaerense). Vale destacar que, para el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dentro del gasto metropolitano, la seguridad (28,5%) ocupa el segundo lugar, sólo detrás de la salud (33,7%). Mientras que, para el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, la seguridad es la función con más peso dentro del gasto metropolitano de la RMBA (42,1%), incluso por encima de la función salud (32,1%).

Para el conjunto de los municipios bonaerenses que forman parte de la RMBA, las erogaciones en seguridad apenas si representan un 13,6% del total de sus gastos metropolitanos, bien por debajo del peso de las asignaciones presupuestarias correspondientes a infraestructura y servicios urbanos (50,2%) y salud (36,2%).

De este modo, para el consolidado de niveles jurisdiccionales, el gasto en seguridad representa un 18,8% del total del gasto metropolitano de la RMBA, sólo debajo de salud (22,6%) y por encima de transporte (17,1%), según el siguiente detalle:

 

Cuadro Nº 6: Gasto metropolitano de la RMBA por función y por nivel jurisdiccional. Presupuesto 2019. En pesos corrientes y en porcentaje del total.

Func.

Nacional

GCBA

Prov. Bs. As.

Municipios

Total

%

Salud

 16.044.297.676   

 47.913.832.063   

 39.384.199.052   

 29.808.713.380   

 133.151.042.171   

22,6%

Seguridad

 7.722.219.880   

 40.536.177.130   

 51.614.911.596   

 11.239.401.422   

111.112.710.028   

18,8%

Transporte

 56.980.355.751   

 37.041.977.804   

 6.975.006.278   

 

 100.997.339.833   

17,1%

Agua y Alc.

 59.908.108.895   

 1.335.093.627   

 4.286.417.734   

 

 65.529.620.256   

11,1%

Educación

 44.539.247.619   

 

 104.481.000   

 

 44.643.728.619   

7,6%

Serv. Urb.*

 

 2.256.586.084   

 

 41.330.399.254   

 43.586.985.338   

7,4%

Justicia

 18.127.857.860   

 

 14.299.466.664   

 

 32.427.324.525   

5,5%

Ecolog. y Med.

 15.318.651.723   

 3.571.474.818   

 2.184.398.134   

 

 21.074.524.676   

3,6%

Energía

 18.880.495.000   

     

 18.880.495.000   

3,2%

Cultura

 5.050.762.021   

 3.733.771.449   

 1.415.470.872   

 

 10.200.004.342   

1,7%

Vivienda

 

 4.916.000.000   

 1.761.501.935   

 

 6.677.501.935   

1,1%

Comercio

 360.800.000   

 360.800.000   

 360.800.000   

 

 1.082.400.000   

0,2%

Prom. y Ac. Soc.

 

 361.500.323   

 174.972.651   

 

 536.472.974   

0,1%

Turismo

 

 230.153.168   

   

 230.153.168   

0,0%

Total

 242.932.796.425   

 142.257.366.466   

 122.561.625.915   

82.378.514.056   

590.130.302.862   

100,0%

*Nota: Servicios Urbanos incluye, para los municipios, infraestructura.

Fuente: elaboración propia en base a datos nacionales, provinciales, municipales y del GCBA.

 

Respecto a la proporción del gasto metropolitano en seguridad que se realiza en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, respecto a la parte que se materializa dentro de los cuarenta partidos que integran la parte bonaerense de la RMBA, cabe destacar la importancia de justipreciar dichos guarismos en relación a la población que habita ambas zonas, esto es, analizando tanto la magnitud total de dichas erogaciones como, así también, las de los respectivos valores per cápita.

 

Cuadro Nº 7: Gasto metropolitano en seguridad y total de la RMBA en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires. Presupuesto 2019. En pesos corrientes, pesos corrientes por habitante y %.

 

Territorio

Presupuesto 2019 (1)

%

Población (2)

%

Presupuesto 2019  por habitante (3=1/2)

CABA

48.258.397.010

43,4

 3.072.029

18,6

15.709

Prov. Bs. As.

62.854.313.018

56,6

13.478.650

81,4

  4.663

Total

111.112.710.028

100,0

16.550.679

100.0

  6.713

Fuente: elaboración propia en base a datos nacionales, provinciales, municipales y del GCBA.

 

Del cuadro precedente se desprende que el gasto metropolitano en seguridad por habitante, previsto para 2019, en la parte porteña de la RMBA resulta más del triple que el que se proyecta para la zona bonaerense de dicha región. Tal asimetría debería dar lugar, al menos, a una revisión del rol del Estado Nacional para equilibrar esa disparidad.

Conclusiones

La categoría conceptual y fiscal de gasto metropolitano responde a la necesidad de dar cuenta de aquellas erogaciones que afectan, en un esquema de gobierno multinivel, a un territorio dado, y que van más allá de los límites geográficos de cada una de las jurisdicciones que dichos gastos.

Así, además de un objetivo conceptual y metodológico, el esfuerzo por reconstruir el valor del gasto metropolitano (en este caso el correspondiente a la RMBA) en un período dado, persigue la meta de ser una contribución a la visibilizarían de la problemática de lo metropolitano como escala para el diseño e implementación de políticas públicas en temáticas que, por su naturaleza misma, resultan transversales al conjunto de una metrópoli.

Sin dudas, una de las principales áreas de problemas que cuenta con dicha característica metropolitana, es la seguridad ciudadana. Ello se aprecia en el hecho de que, si se suman los gastos en seguridad (18,8% del total), salud (22,6%), transporte (17,1%) y agua y alcantarillado (11,1%) es posible dar cuenta de casi un 70% del gasto metropolitano de la RMBA. 

El presente artículo, a partir de la compilación de información referida a las erogaciones en seguridad presupuestadas para el ejercicio 2019 por las diferentes jurisdicciones presentes en la RMBA (Estado Nacional, Estado de la Provincia de Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y cuarenta municipios bonaerenses), busca analizar la forma en que tal monto se compone.

De esta forma, el rol del GCBA, por medio de la Policía de la Ciudad y el del gobierno de la provincia de Buenos Aires, a través de la Policía Bonaerense, resultan clave, tal como se refleja en el hecho de que dichas jurisdicciones pertenecientes al nivel provincial de gobierno dan cuenta de más de cuatro de cada cinco pesos correspondientes al gasto metropolitano en seguridad en la RMBA. A su vez, el papel del Estado Nacional (desde el traspaso de la parte de la Policía Federal Argentina asentada en la Ciudad de Buenos Aires al gobierno porteño) es muy limitado, mientras que los gobiernos municipales bonaerenses, pese a no contar con fuerzas de seguridad a su cargo, explican un décimo de los gastos metropolitanos en seguridad de la región.

Finalmente, se destaca el hecho de que el gasto metropolitano en seguridad per cápita que tiene lugar en la porción porteña de la RMBA más que triplica al que corresponde a la parte bonaerense de dicha región, situación que refleja la existencia de fuertes desigualdades en relación al esfuerzo fiscal que se realiza para sostener el servicio de seguridad ciudadana en ambos territorios.

Independientemente de dichas desigualdades, y recuperando la visión de la región como un todo, resulta claro que la necesidad de articular los esfuerzos en términos de seguridad ciudadana entre 43 gobiernos presentes en la RMBA (el nacional, el porteño, el bonaerense y los de los 40 municipios) denota los problemas provocados por la ausencia de una autoridad metropolitana referida a esta temática particularmente sensible para la ciudadanía. 

 

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MAPEAR LA VIOLENCIA Y LA EXCLUSIÓN EN BUENOS AIRES. La experiencia del Censo Popular de Personas en Situación de Calle

Mónica Farías: CONICET – Instituto de Geografía y Departamento de Geografía, Universidad de Buenos Aires. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Jorgelina Di Iorio: CONICET – Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

*Una versión ampliada de este artículo  fue publicado en la Revista Colombiana de Sociología (Di Iorio, J., & Farías, M. (2020). Problematizar las relaciones espacio-sujeto-situación de calle: el caso del Censo Popular en Buenos Aires, Argentina. Revista Colombiana de Sociología43(2), 241-266. https://doi.org/10.15446/rcs.v43n2.82897).

Resumen

Ante el incumplimiento de la Ley 3.706 de Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, un conjunto de organizaciones sociales y políticas junto con organismos gubernamentales de exigibilidad de derechos y personas en situación de calle llevaron a cabo en 2017 y en 2019 el Censo Popular de Personas en Situación de Calle. El mismo busca dar cuenta del número real de personas en situación de calle, así como también de las trayectorias, las condiciones sociales, económicas y sanitarias efectivas y de las problemáticas específicas que sufre esta población. Partiendo de la hipótesis de que el Censo Popular de Personas en Situación de Calle subvierte las prácticas de control que producen cuerpos pobres dada su capacidad de visibilización y denuncia de la problemática tanto en sus dimensiones materiales como simbólicas, el objetivo de este trabajo es reflexionar sobre las múltiples e interrelacionadas formas de violencia atraviesan y producen los cuerpos en la calle; a saber la violencia cognitiva, violencia física y violencia despolitizante. Para ello recurrimos a diversas fuentes primarias y secundarias. 

Palabras Clave: Personas en Situación de Calle – Relevamientos –  Buenos Aires – Organizaciones Sociales – Exclusión – Violencias – Agencia – Autogestión.

 

 MAPPING VIOLENCE AND EXCLUSION IN BUENOS AIRES.  The case of the Popular Census of Homeless People

 Abstract

The City of Buenos Aires’ government’s failure to comply to Law 3,706 “Comprehensive Protection and Guarantee of the Rights of Homeless People and People at Risk of Becoming Homeless”, led a set of social and political organizations, alongside with rights advocacy government offices and homeless people, to carry out the Popular Census of Homeless People in 2017 and again in 2019. The Popular Census seeks to account for the real number of homeless people, their trajectories, social, economic and health conditions, as well as the specific problems that affect them. Our hypothesis is that given its ability to make visible and denounce the homelessness problem, both in its material and symbolic dimensions, the Popular Census subverts practices of control that produce poor bodies. Our goal is to reflect on the multiple and interrelated forms of violence that produce homeless bodies. That is, cognitive, physical, and depoliticizing violence. For this we resort to various primary and secondary sources.

Key Words: Homeless People – Survey – Buenos Aires – Social Organizations – Exclusion – Violence(s) – Agency – Self-management. 

 

1. INTRODUCCIÓN

Una noche de invierno en 1977, unas veinte personas en situación de calle (PSC), usualmente llamadas “cirujas” o “linyeras”, fueron subidas a un camión militar y trasladadas a más de cien kilómetros de la capital de la provincia de Tucumán, a un desierto en donde fueron abandonadas. La historia que resulta casi de ficción sucedió el 14 de julio de ese año cuando el General Antonio D. Bussi —gobernador de la provincia de Tucumán por designio de la junta militar ilegalmente en el poder desde el 24 de marzo de 1976— al enterarse de la inminente visita del presidente de facto Jorge R. Videla, instruyó al personal de la intendencia de la ciudad a que limpiaran los parques, blanquearan las paredes y las calles y se deshicieran de linyeras la ciudad. 

Treinta años más tarde, en agosto de 2016, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en calidad de comensal del programa “Almorzando con Mirtha” dirigido por la figura televisiva Mirtha Legrand, declaró que el número de PSC era de “cerca de 800”. Apenas unos meses más tarde en 2017 el gobierno admitió que el número había crecido a 1.066, un número obtenido por medio del conteo superficial que realiza el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA). En los años sucesivos, el número sostenido por el GCBA encontró poca variación: para abril de 2019 ascendería a 1.146. La Ley 3.706 de Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle, establece la obligación por parte del GCBA de realizar un censo anual de PSC y en riesgo a la situación de calle. Sin embargo, dicho estudio —en las condiciones en las que establece la ley— nunca se ha llevado a cabo. 

Consideramos a estas viñetas como ilustrativas del modo en el que se ha abordado el problema de las PSC en Argentina a lo largo de las últimas décadas: mediante su virtual desaparición a través de medios diferentes, aunque relacionados. En el caso del General Bussi, el limpiar la ciudad para la visita del dictador Videla incluía el deshacerse de los linyeras que habitaban los parques de la ciudad. Al régimen ilegal de la dictadura le bastaba con “relocalizar” los cuerpos y sacarlos del medio para que no pudieran ser vistos. En el caso del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, el problema desaparecería al no ser reconocido en público y al utilizar estadísticas que no dan cuenta de la dimensión real del mismo. 

En mayo del 2017, una colación de más de treinta organizaciones sociales y comunitarias, partidos políticos de izquierda, PSC y tres organismos públicos de exigibilidad de derechos a nivel local, organizaron el Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle (CP de ahora en más) para demostrar que el gobierno estaba equivocado en la estimación que hacía de la problemática. Además, el CP buscaba denunciar el incumplimiento de la Ley 3.706. Dicha ley de “Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle” no sólo establece los mecanismos para el conteo anual de PSC, sino que además define quiénes deben ser considerados en dicha situación. 

En esta presentación analizamos el modo en el que el CP del 2017 y 2019 deja al descubierto las múltiples, simultáneas e interrelacionadas formas de violencia que el Estado ejerce sobre los cuerpos de la gente en situación de calle. Retomando las ideas de Foucault (1977) acerca de las tecnologías políticas del cuerpo desplegadas por el Estado, recurrimos al caso de CP para analizar el modo en que son aplicadas en el caso de las PSC. Identificamos y discutimos tres formas de violencia que atraviesan y producen los cuerpos en la calle, a saber: 1) la violencia cognitiva ejercida cuando no se nombra el problema y cuando se lo reduce a un número que no da cuenta de su real dimensión (de Santos Souza, 2018); 2) la violencia física que se manifiesta por medio del maltrato y abuso por parte del personal de seguridad pública, mediante la desaparición de los espacios que pudieran habitar las PSC y la violencia del deterioro de la salud y los cuerpos gracias a las malas condiciones de vida (Mitchell, 1997); y 3) la violencia que acompaña la despolitización y la lectura moralizante del problema que recurre a estereotipos de las PSC como incapaces de (re)accionar por su propio interés por ser sujetos pasivos y con problemas de consumo (Sparks, 2017). Además, el CP expone la violencia que implica negarle a las PSC su existencia como sujetos deseantes (Guattari y Rolnik, 2006). 

En la siguiente sección planteamos brevemente el contexto en el que se desarrolló el PC en 2017 y en 2019. En la sección 3 exponemos la metodología y en las 4, 5, y 6 discutimos las diferentes formas de violencia que el PC deja al descubierto (cognitiva, física y política). A pesar de que para los fines analíticos de esta presentación consideramos las diferentes violencias por separado, las mismas están en mayor o en menor medida presentes todo el tiempo y en todos los casos. Al finalizar la presentación ofrecemos algunas reflexiones sobre cómo al exponer las violencias que atraviesan y constituyen la vida y los cuerpos de las PSC, el CP genera oportunidades para crear alianzas a través de un amplio espectro de personas y organizaciones sociales que facilita la realización de acciones políticas concretas a través del tiempo y el espacio. Así mismo reflexionamos sobre el CP como una experiencia que desafía las prácticas de gobierno que producen cuerpos pobres representando una oportunidad para un efectivo “proceso de reapropiación subjetivo” (Guattari y Rolnik, 2006).

 2. LA MERCANTILIZACIÓN DE BUENOS AIRES Y EL ESPACIO PÚBLICO

El imaginario que rigió las políticas públicas en la ciudad de Buenos Aires hasta los años setenta tenía que ver con hacer del espacio público urbano un espacio de participación e inclusión dentro del cuerpo político de la ciudad (Murillo, 2013). Esta idea de espacio urbano estaba asociada a una imagen de una Buenos Aires moderna signada por el progreso económico y la homogeneidad social (Gorelik, 2004). En este sentido y a pesar de las desigualdades de hecho —como por ejemplo las limitaciones existentes para acceder a la propiedad en la ciudad—, la gente de diferentes estratos sociales accedía al espacio público y a través de él, a los bienes y servicios asociados a la ciudadanía universal —como la educación, la salud, la cultura y la recreación.

El modelo de ciudad inclusiva e igualitaria comenzó a sufrir cambios significativos en los setenta cuando la junta militar ilegalmente en el poder dio un giro en las políticas económicas, sociales y políticas que dieron comienzo a procesos de exclusión de los sectores populares de la ciudad de Buenos Aires. Los ideales de orden, limpieza y eficiencia caracterizaron el modo en el que el gobierno militar se vinculaba con el espacio urbano. Los procesos de desindustrialización —resultado de la liberalización de la economía y de las medidas tendientes a coartar el poder de la clase obrera— y la desregulación de los precios de los alquileres regulados desde la década del cuarenta, se constituyeron en un obstáculo de importancia para acceder a la ciudad por parte de los sectores populares y trabajadores. 

 Además de estas medidas tendientes a expulsar a ciertos tipos de habitantes de la ciudad, hubo otras iniciativas concretas y específicas. Por ejemplo, la revaluación del mercado inmobiliario y la reorientación del espacio urbano para consumo de sectores de altos ingresos y provisión de servicios impulsó la erradicación de los asentamientos precarios (Jajamovich y Menazzi, 2012). Durante el período que duró el régimen militar, cerca de 200.000 personas fueron forzadas por medio de amenazas y agresiones a dejar sus hogares antes de que los derribaran con topadoras abriendo los loteos para la especulación privada (Snitcofsky, 2012). 

Los años noventa fueron testigos de la implementación de medidas neoliberales a nivel nacional que impactaron profundamente en la geografía social de la ciudad. La retórica sobre la recuperación urbana por medio del planeamiento estratégico —siendo Barcelona el caso arquetípico— habilitó procesos especulativos y de inversión privada en la ciudad para lo cual fue fundamental la participación del Estado quién creó el marco regulatorio apropiado para la concreción de estos. Así mismo, se privatizaron los servicios públicos y se eliminaron los subsidios que los hacían accesibles a importantes segmentos de la población y proliferaron los consorcios público-privados que dieron lugar a una forma de planeamiento urbano orientada hacia el mercado. En este sentido se valuaron ciertas áreas de la ciudad como motores de la acumulación de capital. En líneas generales puede decirse que la producción del espacio urbano subordinado a los intereses del capital privado y las necesidades del mercado resultaron en el incremento de las desigualdades y la fragmentación espacial (Pirez, 2002; Prévot-Schapira, 2000; Girola et al, 2011).

La administración PRO (Propuesta Republicana) que llegó al poder en 2007 cuando asumió como Jefe de Gobierno Mauricio Macri, profundizó las políticas públicas tendientes a regular, planificar y controlar el espacio urbano. A pesar de darle continuidad a algunas medidas que venían de años anteriores, dicha administración fue otro de los hitos en el proceso de mercantilización del espacio urbano y en la creación de una ciudad orientada hacia el mercado. Así, los proyectos de renovación urbana buscaron beneficiarse de la tríada turismo-cultura-patrimonio y del desarrollo de emprendimientos tecnológico-productivos para poder atraer inversiones (Rodríguez et al, 2011; Dinardi, 2015).

 Para crear una ciudad mercantilizada que “se venda” a sí misma se necesita ordenar el espacio urbano de un modo que le sea atractivo a los turistas y a los inversores. Dicho modo prioriza ciertas actividades y también ciertas presencias en el espacio. En este sentido hay numerosos medios mediante los cuales la administración del PRO ha buscado “embellecer” y modernizar a la ciudad para hacerla competitiva o al menos comparable con las del “primer mundo”. Una de las formas más obvias en las que se ha tratado de hacer más atractiva a Buenos Aires es mediante la recuperación de las plazas, parques y espacios públicos. También mediante el incremento de peatonales, la mejora y modernización de la iluminación, el arreglo de las veredas, etc. Otra forma —menos inofensiva y hasta violenta— es la de remover, mediante diferentes medios, los cuerpos no deseados del espacio urbano. En este sentido, si por medio del acceso al espacio público uno puede en cierta medida adjudicarse un lugar como ciudadano dentro del cuerpo social, la mercantilización del espacio urbano crea sujetos que al no estar ya definidos por el espacio público —y en ese sentido ser despojados de sus derechos como tales— pueden (y deben) ser expulsados. 

Uno de los modos en los que la administración PRO consigue esto es la de no operar en función de resolver la emergencia habitacional que aqueja a la ciudad. De hecho, esta administración ha desarticulado las políticas habitacionales destinadas a los sectores más vulnerables (Marcús, 2014). A esto se suma el incremento en el número de desalojos y la proliferación de mecanismos de control y vigilancia policial del espacio público, haciendo virtualmente imposible para ciertas personas ser y estar en la ciudad. Volveremos sobre este punto en la sección 5. 

 Un punto que quisiéramos resaltar es el hecho de que, a partir de diciembre de 2015 hasta la actualidad, la coalición política integrada por el PRO y la Unión Cívica Radical se haya en el poder a nivel nacional con una agenda similar en materia económica, política y social. Esto le dio un halo de legitimidad a las políticas y medidas descritas repercutiendo negativamente en aquellos sectores que ya venían sufriendo las políticas excluyentes en la ciudad. En este contexto, las organizaciones sociales y políticas que trabajan en los barrios directamente con las comunidades afectadas no sólo cargan con la responsabilidad de proveer los bienes y servicios que el Estado no provee, sino que además son las que llevan adelante las tareas de denuncia y resistencia a la vulneración constante de los sectores más desprotegidos. 

 El CP fue diseñado, organizado y llevado a cabo por un grupo de organizaciones sociales y políticas que trabajan con PSC. Muchos de estos actores habían colaborado con anterioridad al CP en la elaboración y en la campaña de la Ley 3.706. Así, en mayo de 2017 se llevó a cabo el Primer CP y en abril de 2019 vuelve a repetirse con un conjunto similar de organizaciones sociopolíticas y de organismos públicos de exigibilidad de derechos.

 No es la intención de esta presentación discutir los resultados de los dos censos sino analizar los modos en los que esta iniciativa expone las diferentes formas de violencia que producen y marcan los cuerpos de las PSC y reflexionar sobre el potencial del CP de trascender lo que llamamos censo-evento y convertirse en un censo-movimiento que pueda crear acciones políticas concretas entre una diversidad de actores sociales. Así, entendemos al PC en una doble acepción: censo-evento, es decir, el censo en tanto acción localizada en un tiempo y espacio, ejecutada por un conjunto de organizaciones, y censo-movimiento, término con el que nos referirnos al consorcio de organizaciones sociales, políticas y comunitarias que se configura como un actor social que desarrolla acciones antes, durante y con posterioridad al censo-evento, en términos de incidencia política. La distinción entre censo-evento y censo-movimiento es a los fines analíticos, ya que se establece entre ambos una relación de interdependencia. Es justamente esta característica la que convierte al CP en un caso rico en información a ser seleccionado para un estudio de caso ampliado (Patton, 1990).

3. EL CENSO POPULAR DE PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Desde 1997, el gobierno local de la Ciudad de Buenos Aires realiza un conteo sobre personas en situación de calle. Tal como se observa en el gráfico, el dato se mantiene sin muchas variaciones hasta la actualidad. En 2016 el GCBA registró 876 personas en esa situación, casi lo mismo que en el 2012 y 2014, y apenas unas 100 personas menos que lo que registró en el 2015 (n=924). En 2017 el GCBA reconoció un aumento respecto del año anterior, contabilizando 1.066 personas durmiendo en el espacio público. Frente a las cifras oficiales de una población en situación de calle que pese al aumento de la pobreza “no aumentaba”, surge la necesidad de realizar un relevamiento que dé cuenta de la situación. El CP surge como un evento convocado por organizaciones sociales, políticas y comunitarias como modo de denuncia y de exigibilidad de derechos, así como respuesta a la negativa de las autoridades locales de cumplir con la Ley 3.706 que en el artículo 4 establece la realización de un relevamiento con metodologías adecuadas e incorporando a las organizaciones que trabajan en el tema.

El censo-evento se realizó por primera vez en mayo del 2017 y volvió a realizarse en abril de 2019.  Participaron un conjunto amplio de organizaciones que desde hace varios años son parte de la red socio-asistencial para personas en situación de calle de la Ciudad de Buenos Aires, tanto de la sociedad civil como organismos de gobierno de exigibilidad de derechos —Ministerio Público de la Defensa, Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires, Defensoría del Pueblo— (Informe Preliminar Censo Popular 2017; Informe Ejecutivo Segundo Censo Popular 2019).

Sostenemos que las diferencias metodológicas entre el CP y el conteo oficial no son metodológicas en sí mismas sino políticas (Di Iorio, J. y Farías, M: 2020). El censo-evento denuncia la negación del incremento de las personas en situación de calle no como meras diferencias metodológicas, sino como una estrategia de gobernabilidad política. El CP es un relevamiento de amplio alcance que tiene costos altos en términos de financiamiento por lo general no disponibles desde organismos públicos-estatales: recursos materiales, recursos humanos para hacer el trabajo de campo, recursos humanos para el procesamiento de los datos, infraestructura para el procesamiento. En este punto adquiere relevancia la dimensión política-territorial, que a los fines de este artículo hemos definido como censo-movimiento.

El término censo-movimiento refiere al conjunto de un número amplio de organizaciones entre las que se incluyen PSC, que desde hace varios años son parte de la red socio-asistencial para PSC en la Ciudad de Buenos Aires. Se incluyen, además, tres organismos gubernamentales que se caracterizan por no ser órgano de aplicación de política pública sino por su condición de exigibilidad de derechos. Es decir, constituyen la red de organismos públicos que debe exigir al GCBA el pleno ejercicio de los derechos, funcionando como auditores de política pública (Informe Ejecutivo Censo Popular 2019). Este mismo colectivo que garantiza las condiciones materiales y de recursos humanos para ejecutar el censo-evento, se consolida como un actor social en el escenario de disputa por el derecho a la ciudad. 

Desde un sentido metodológico y político, el CP se convierte en un analizador para comprender la configuración de la situación de calle como un problema de injusticia socio-económica y socio-espacial, así como para visibilizar la potencialidad de la organización colectiva como herramienta de transformación social e incidencia política. En este sentido, en este artículo se define al CP como un “caso único” o “caso ampliado”, cuyo análisis permite visibilizar dichos aspectos. El método de caso ampliado o análisis situacional (Martínez, 2017; Estrada, Lenta y Di Iorio, 2019) es una metodología que permite comprender desde una perspectiva etnográfica, experiencias en las que las normas socialmente establecidas para esas situaciones abordadas no son la regla, y por ende desafían a quienes participan a resolver instancias de conflicto por fuera de lo instituido. 

Para el presente trabajo se utilizaron fuentes primarias y secundarias. Entre las fuentes primarias se incluyen observación participante —en tanto que las autoras participamos del censo-evento— y las conferencias de prensa en la que se presentaron los resultados tanto en el 2017 como en el 2019, las cuales se encuentran disponibles en internet. Entre las fuentes secundarias se encuentran: el Informe Ejecutivo CP 2017 y CP 2019, el cuadernillo de capacitación de censistas, notas periodísticas en medios gráficos y audiovisuales de difusión masiva. 

4. VIOLENCIA COGNITIVA 

La falta de datos puede ser comprendida como otras de las formas en que se ejerce violencia institucional hacia las personas en situación de calle, ya que es responsabilidad de los Estados producir información para la definición de políticas públicas. Tal como se expresa en el Informe Ejecutivo (CP 2017), para inicios del 2017 la tasa de pobreza (32.2%) y de indigencia (6.3%) registraron un aumento significativo en el área metropolitana durante el último año (Pontificia Universidad Católica Argentina, 2017). Esto es admitido incluso por las propias cifras oficiales que registraron para el período enero 2016-mayo 2017 un aumento de la pobreza del 18.9% y de la indigencia del 5% (Censos GCBA, 2017). Sin embargo, la cantidad de PSC relevadas oficialmente “no aumentaba” significativamente, Tal como se muestra en el gráfico, permanece sin variaciones significativas entre 1997 y 2017.

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Total de personas en situación de calle según los relevamientos oficiales.

Fuente: Informe Preliminar Primer Censo Personas en Situación de Calle, CABA (2017) El valor 0 indica que no hay datos oficiales para ese año.

 

Desde el cientificismo positivista, se encubre como “error metodológico” a las decisiones políticas. Tanto los números oficiales como los que dicen las organizaciones sociales son reales. La diferencia radica en la significación y en el fenómeno que pretenden comprender, tal como se expresa en la conferencia de prensa del Segundo Censo Popular el 5 de julio de 2019: 

La estrategia permanente del Gobierno de la Ciudad es ningunear las cifras del Censo Popular, de hecho al día de hoy siguen manejando un número de 1.000 cuando ya en el 2017 se hablaba de más de 4.000 en situación de calle efectiva, en ese sentido quería preguntar porque hubo denuncias de organizaciones de que durante el Censo el Gobierno de la Ciudad salió a levantar ranchadas o incluso pagar noches de hotel a personas que regularmente duermen en la calle para que eso afectara el número del Censo Popular (Periodista, minuto 33).

Más allá de la metodología, todo número es político, van a buscar que les sea funcional (Horacio Ávila, referente social Proyecto 7, minuto 24).

5. VIOLENCIA FÍSICA

El segundo tipo de violencia expuesta por el CP es la violencia física, la cual entendemos excede la represión física directa y las situaciones de maltrato. En la Sección 2 mencionamos que una de las formas en las que el espacio urbano se hace atractivo para la inversión es el “embellecimiento” de la ciudad mediante intervenciones cosméticas superficiales y mediante la remoción de los cuerpos no deseados y “fuera de lugar”. Mitchell (1997) se refiere a esto como “la aniquilación del espacio por la ley”:

Controlar el comportamiento y el espacio de modo tal que las personas en situación de calle simplemente no puedan hacer lo que deben hacer para poder sobrevivir sin violar la ley (Mitchell, D.: 1997, p. 307. Nuestra traducción).

 Al no vivir en una casa, las PSC se ven forzadas a hacer aquello que se suele hacer en el espacio privado en el espacio público, como comer, dormir, higienizarse, defecar, etc. Pero si la ley dice que dichas cosas no se pueden hacer en el espacio público, los cuerpos que no tienen otro lugar terminan siendo considerados como “fuera de la ley”.

El Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires (Ley 1.472/04) no menciona explícitamente que dormir sea una contravención, pero sí desechar sustancias insalubres, obstruir el acceso a los espacios públicos, ensuciar un parque o usarlo “inapropiadamente” y ocupar las aceras para actividades comerciales no autorizadas. 

En el marco de estas definiciones un tanto imprecisas, las disposiciones quedan sujetas a la interpretación de los agentes que patrullan el espacio público resultando ser bastante amplio su marco de acción. Los relatos de las PSC sobre tratos humillantes, robos de pertenencias por parte de las fuerzas públicas y otras formas de abuso policial son numerosos. Hasta el 2009 funcionó en la Ciudad un equipo gubernamental Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) cuyos miembros amenazaban, destruían las pertenencias de las PSC y de los trabajadores ambulantes, intimidaban y golpeaban, “limpiaban” ranchadas y desalojaban viviendas ocupadas sin la correspondiente orden de desalojo emitida por un juez. A pesar de que la UCEP fue desmantelada, las prácticas continuaron siendo utilizadas por la Policía Metropolitana primero y por la Policía de la Ciudad luego. De hecho, 70% de las personas que aceptaron ser entrevistadas durante la realización del primer CP declararon haber sufrido uno o más tipos de violencia siendo los miembros de la fuerza pública los principales responsables de esta.

Otro modo de remover los cuerpos indeseables y fuera de lugar es mediante la prohibición de estar, algo así como una suerte de “destierro” anticipado.  La iniciativa para enrejar las plazas y parques comenzó en los noventa, pero el giro decisivo hacia el cercamiento de todos los espacios verdes de la ciudad se dio en el 2011-2012, durante la segunda administración PRO. Eventualmente los enrejamientos compulsivos se detuvieron y se pasó a la consideración de cada caso particular. El control y la regulación de los espacios, en los que es más probable encontrar PSC, incluye el enrejamiento de los bajoautopistas, la instalación de cancelas en los callejones o pasajes y el uso de los que se denomina “arquitectura defensiva” en los casos en los que no se puede poner rejas

Por último, consideramos la violencia física que sucede cuando los cuerpos sufren de enfermedades y violencias como resultado directo de estar en la calle. Si bien las preguntas dirigidas directamente a relevar temas de salud aún no han sido procesadas para el caso del segundo CP, nuestra experiencia como censistas da cuenta de que muchas personas reconocen haber padecido el empeoramiento de su salud desde que se vieron forzados a vivir en la calle. Si el Estado es responsable por el bienestar de sus ciudadanos, la exposición a cualquier tipo de violencia por el hecho de vivir en la calle presenta interrogantes acerca de qué cuerpos merecen ser cuidados por el Estado y quiénes pueden usar el espacio público y para qué. Estas son, en última instancia, preguntas cuyas respuestas hay que buscarlas en el plano de los derechos y la ciudadanía, discusión que retomaremos en un siguiente trabajo. 

6. VIOLENCIA DESPOLITAZANTE

A pesar de la repetición de denuncias de maltrato en el sistema de paradores, funcionarios del GCBA insisten en ubicar la causa de la baja concurrencia a estos dispositivos en la resistencia a utilizarlos por parte de las PSC. Durante el almuerzo al que nos referimos en la introducción de este trabajo, así como en numerosas otras ocasiones, el Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta afirmó que los paradores de la ciudad pocas veces se llenan, insinuando que la razón por la que siempre hay camas disponibles es porque las PSC se resisten a ir:

 [N]i los días bajo cero se llena [los paradores], siempre hay lugar vacante […] La gente en calle se mantiene hace años más o menos estable. Hay un censo, da más o menos entre 800/900 personas que viven establemente todas las noches en la calle donde se mezcla todo desde gente con problemas psiquiátricos a las que no podemos sacar por la fuerza, adictos, y gente que no confía en el Estado a quienes les decís “vení a un parador” y prefieren quedarse en la calle porque no confían…bueno, tendrán sus razones […]. Hay gente que está muy arraigada… […] Y déjame decirte una cosa, lo que hace la gente en Las Esclavas o en otras parroquias, es fabuloso […] pero ahí a veces tendrían que ayudarnos a convencerlos de que se vayan porque cuanto más apoyo les dan estando en la calle a veces lo que hacen es hacer que se queden (el resaltado es nuestro).

La ciudad de Buenos Aires cuenta con tres paradores, dos para varones y uno para mujeres y sus hijos menores de 18 años. Además, hay un número de paradores gestionados entre el GCBA y organizaciones no gubernamentales y algunos dispositivos en donde la gente puede pasar todo el día (sin necesidad de irse a la mañana para volver recién a la tarde noche como pasa en los paradores gestionados por el GCBA) por un período de seis meses. Sin embargo, no sólo el número arrojado por el CP de 2019 —7251— supera el número de camas disponibles en el sistema de alojamiento transitorio descrito —900—, sino que además las condiciones estructurales de los paradores representan un obstáculo para que las PSC se sientan inclinadas a utilizarlos. De este modo, dormir en la calle, a veces, resulta una mejor opción antes que someterse al maltrato, la discriminación y la inseguridad de estos dispositivos

 Sin negar que estas situaciones existan y tengan una incidencia importante en la problemática de calle, lo que queremos destacar es la insistencia en plantear el problema desde un enfoque que reafirma estereotipos y afirmaciones de sentido común sobre la pobreza y la situación de calle —consumo problemático, problemas de salud mental, falta de iniciativa, etc. Según los testimonios de muchas PSC evidenciadas en las entrevistas del CP y en nuestros propios intercambios con PSC en la organización en la que trabajamos, muchas personas han sido víctimas de maltratos y acoso por el personal de los paradores. En invierno, a veces, falta el agua caliente, los pisos de los baños se inundan y los edificios están llenos de humedad, hongos y ratas.

De este modo se despolitiza el problema de la situación de calle en tanto se hace de la situación de calle un problema individual —patologizando a las PSC—(Sparks, 2010). Reducido el problema a algo que raya en lo anormal, lo infrecuente o la excepción, justifica el tipo de medidas puntuales de asistencia que muchas veces no sirven ni en la emergencia —como el “kit frío” que distribuye el BAP durante la vigencia del “Plan Frío” con guantes, bufanda, una frazada que poco abriga y algo de comida cuando la gente “prefiere quedarse en la calle”, al decir del Jefe de Gobiernos. El modo en el que el problema es planteado por el gobierno, lo cual incluye la negación del número real, da lugar a estas intervenciones puntuales cuando lo que se necesita son políticas integrales que den cuenta de las causas estructurales, contextuales y personales de la situación de calle. 

 7.  REFLEXIONES FINALES 

La propuesta metodológica del censo pone foco en la participación: una heterogeneidad de organizaciones sociales legitimadas por su trabajo con PSC, las propias PSC y un conjunto de organismos públicos, con saberes diversos y específicos. Esta heterogeneidad de actores diseña de manera colectiva el sentido y el modo del relevamiento (Informe Ejecutivo, 2017; Cuadernillo de Formación de Censistas, 2019). 

El censo-evento permite abordar los desafíos metodológicos con esta población en relación con la definición de lo que se entiende por situación de calle ya que delimita el alcance, el tipo de técnica de relevamiento en función de la itinerancia de la población como constitutiva de la organización de su vida cotidiana, así como a la sustentabilidad de un tipo de relevamiento de amplio alcance, tanto en términos económicos como materiales. Los efectos del CP no se limitan a una dimensión instrumental o técnica, sino ético-política.

Fue el censo-movimiento el que generó las condiciones de posibilidad para la realización del primer CP, así como las condiciones de continuidad en la disputa por el derecho a la ciudad y por políticas públicas inclusivas que vuelve a concretarse en evento en el segundo PC. En este vínculo estrecho entre censo-evento y censo-movimiento, es que el Censo Popular de Personas en Situación de Calle adquiere dimensiones e improntas políticas.

Tal como se definió previamente, el CP se convierte en una oportunidad analítica para problematizar los procesos de producción de subjetividad en el espacio urbano. En ese sentido, y desde el encuentro-desencuentro en el que se borran las barreras disciplinares de la psicología y la geografía abordamos la relación espacio-sujeto, afirmando que, así como no hay espacios sin sujetos, tampoco hay sujetos sin espacios. Las dimensiones políticas del censo son diversas. Por un lado, permite comprender las diferencias entre los datos oficiales y los producidos por las organizaciones sociales no como el resultado de una discrepancia metodológica, o —si aceptara el número arrojado por el CP— como un problema de límites operativos por parte del Gobierno de la Ciudad. Justamente, al tomar el interrogante planteado desde el gobierno acerca de la veracidad de los datos, lo que hace es desandar el argumento sobre “qué número es más real” y tomar la diferencia para decir y exigir que las vidas de los no contados —los no tenidos en cuenta— cuenten como una vida vivible (Butler, 2004). 

La radicalidad de esta dimensión política del CP da sustento al gradual proceso de concientización y desideologizador del que son parte los miembros de las organizaciones sociales y comunitarias que participan del PC. El censo-evento-movimiento funciona como espacio de encuentro (Lawson y Elwood, 2014; Farías, 2016, 2018) en donde las diferencias de los distintos colectivos que participan en el CP adquieren potencial para generar un cambio tanto en los aspectos materiales como discursivos de las situaciones de pobreza y de “los pobres". Se trata de la creación de un espacio material, simbólico y vincular que habilita un proceso de toma de conciencia por parte de los actores de su posicionalidad dentro del tejido social. Esto conlleva poder (comenzar a) entender el propio rol en la reproducción de un orden social que (re)produce pobreza y sujetos pobres y poder actuar en función de eso. 

El censo-movimiento se presenta como una alternativa a esa maquinaria de producción al dar lugar para que se desplieguen procesos de singularización (Guattari y Rolnik, 2006) desde el cual se rechazan esos modos de codificación preestablecidos para abordar la situación de calle como problema social complejo, para agenciar modos de sensibilidad y creatividad desde los que se producen subjetividades resistentes, deseantes. Para que esos procesos de reapropiación de la subjetividad como los que propone el censo-evento/censo-movimiento se hagan efectivos:  

Deben crear sus propios medios de referencia, sus propias cartografías, deben inventar su praxis de manera que produzcan aperturas en el sistema de subjetividad dominante (Guattari, F. y Rolnik, S.: 2006, p.70).

 

7. BIBLIOGRAFÍA

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8. FUENTES CITADAS  

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El número de 7 mil personas viviendo en la calle no es real. (21 de julio de 2019). Perfil. Disponible en:

https://www.perfil.com/noticias/politica/guadalupe-tagliaferri-ministra-desarrollo-social-de-rodriguez-larreta-dijo-el-numero-de-7-mil-personas-viviendo-en-la-calle-no-es-real.phtml?fbclid=IwAR3wk1nIFT67Apr60ECBtGYIcpwrmkSe3EAf3WDg8fP1yLe4nK2y4QJC458

 

Facebook Oficial del Censo Popular de Personas en Situación de Calle. Disponible en: https://www.facebook.com/censopopularpsc/

 

Informe Preliminar Censo Popular Personas en Situación de Calle 2017. Disponible en: https://es.scribd.com/document/354297066/2017-07-Informe-Censo-Popular-Personas-en-Situacion-de-Calle-Informe-Preliminar-1%C2%BA-CPPSC#from_embed

 

Informe Preliminar Censo Popular Personas en Situación de Calle 2019. Disponible en: https://acij.org.ar/wp-content/uploads/2019/07/416580426-Informe-Ejecutivo-CPPSC-2019.pdf

 

Mientras que para el GCBA en 2017 había 1056 personas en situación de calle efectiva, el CP registró 4394. Algo similar sucedió en el 2019, que el CGBA contó 1147, y el CP 5271. El mal intencionado debate sobre qué número es “más real” si el del CP o el número oficial no sólo descalifica a las organizaciones sociales como un actor social de relevancia en la producción de conocimientos, sino que instala un falso debate. 

VIOLENCIAS EN PANDEMIA: EL CASO DEL CONURBANO BONAERNSE

AUTORAS:

Julieta Rey, Área de Prevención del Delito y las Violencias ILSED, reyjulieta.7gmail.com

Lucía Camardon, Área de Prevención del Delito y las Violencias ILSED, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 Anandí Queipo, Área de Prevención del Delito y las Violencias ILSED, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Resumen

Este trabajo se propone analizar la dinámica de las violencias a nivel local en el marco de la pandemia por Covid-19, así como su abordaje por parte de las áreas locales de seguridad y por parte de las fuerzas de seguridad, en municipios del Conurbano Bonaerense en las distintas etapas del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (Queipo et al., 2020) dispuesto por el gobierno nacional. A partir de una mayor territorialización de los conflictos y las violencias, específicamente en el nivel local-barrial, se observó un aumento en las violencias por razones de género e intrafamiliar, así como de conflictos interpersonales, contribuyendo a reproducir las tramas de vulnerabilidad social expresadas territorialmente. El estudio se nutrió de fuentes primarias y secundarias.

Palabras clave: Violencias - territorio - gobierno local - seguridad ciudadana

 

Violence in the pandemic in the ‘Conurbano Bonaerense’

Abstract

This paper aims to analyze the dynamics of violence at the local level in the context of the coronavirus pandemic, as well as how it is being approached by local security agencies and security forces, in cities of the ‘Conurbano Bonaerense’ (metropolitan area of Buenos Aires, in the Buenos Aires Province) in the several stages of the Social, Preventive and Mandatory Isolation (ASPO, according to its Spanish acronym) decreed by the National Government (Queipo et al., 2020). On the basis of a greater territorialization of conflict and violence, especially at the local/neighbourhood level, it is possible to observe a surge in gender and domestic violence as well as in interpersonal conflict, which contributed to reproduce social vulnerability in the territory. Primary and secondary sources were analyzed to accomplish this.

 Key words: Violence - territory - local government - citizen security

 Introducción

Entre los principales efectos de la pandemia se encuentra sin dudas la cristalización de las desigualdades estructurales que afectan las condiciones de vida de la población, sobre todo en los contextos urbanos y en regiones de alta desigualdad como América Latina (UN, 2020; Di Virgilio, 2021; Ortiz y Boano, 2020). En Argentina, el gobierno nacional dispuso en marzo del 2020 el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Decreto 297/2020; en adelante ASPO) como medida para prevenir la circulación del virus y mitigar los efectos de la pandemia. A la vez, la situación de emergencia sanitaria demandó la implementación de medidas de restricción de la circulación, impactando considerablemente en el acceso a servicios básicos y agudizando las dinámicas de violencias sobre todo en sectores particularmente vulnerables de la población, como mujeres, niños, niñas y adolescentes, habitantes de barrios populares, personas en situación de calle o en contextos de encierro (UN, 2020). Esta situación expuso a todos los niveles de gobierno al desafío inédito de coordinar la imposición de medidas de control y restricción, con la vigencia de los derechos humanos y garantías fundamentales. 

Diversos relevamientos llevados a cabo por investigadores, organizaciones sociales y organismos de gobierno dieron cuenta de las dificultades de gran parte de la población para cumplir con medidas de prevención y cuidado dispuestas, como “quedarse en casa”, lavarse las manos frecuentemente o mantener el distanciamiento social (HIC, 2020). En efecto, entre las principales dificultades relevadas para el cumplimiento de estas medidas en los barrios populares del Conurbano Bonaerense, se encontraron la discontinuidad de ingresos laborales de los hogares, la dificultad de acceso a la alimentación básica, la violencia de género al interior de los hogares, y las restricciones en el acceso a los servicios de salud (Maceira et al., 2020). Asimismo, la demanda de “seguridad pública” se encontró tercera entre las principales problemáticas relevadas en los “reclamos socioterritoriales” que tuvieron lugar en barrios populares del Conurbano Bonaerense en el contexto de pandemia (Maceira et al., 2021).

El presente artículo se propone analizar la dinámica de las violencias -específicamente, las violencias por razones de género, conflictos interpersonales y violencia institucional- en su dimensión territorial en el marco de la pandemia, así como su abordaje por parte de las áreas locales de seguridad en municipios seleccionados del Conurbano Bonaerense. De esta manera, se busca rastrear los impactos de las medidas de restricción en la seguridad ciudadana, considerada de manera integral. Asimismo, se hace mención al rol central que los gobiernos locales asumieron en la implementación de las medidas de prevención del Covid-19, así como en la atención a la demandas de asistencia directa y de articulación de medidas entre diferentes agencias del Estado y distintos niveles de gobierno.

Para esto, en primer lugar, se da cuenta del impacto de las medidas de aislamiento en las dinámicas delictivas y las violencias, dando cuenta de su comportamiento a lo largo de las distintas fases de restricciones (las dos etapas del ASPO y el DISPO), haciendo énfasis en las violencias por razones de género e intrafamiliar, en tanto emergentes contundentes del trabajo de campo, a través de la reseña de los principales resultados de la investigación que ha dado origen al presente trabajo

En segunda instancia se aborda el rol de las áreas locales de seguridad y las fuerzas de seguridad en las intervenciones preventivas y de control durante la pandemia, analizando la tendencia que mostraron los gobiernos locales del conurbano a policializar las intervenciones. Se dará cuenta asimismo de gestiones que han ensayado intervenciones en este sentido “contrahegemónicas” para el abordaje de la emergencia sanitaria.

En la tercera sección se problematiza la dimensión territorial del aislamiento y del control, poniendo el foco en las desigualdades que la pandemia puso sobre relieve en materia de control territorial y de gestión local. Se analiza en este apartado cómo el abordaje de las políticas públicas y de las medidas de prevención requirió poner en práctica estrategias en muchas ocasiones condicionadas por las condiciones del territorio.

Por último, se presentan algunas reflexiones finales llamando la atención sobre la importancia de considerar la prevención de las violencias de manera integral a nivel local, en un contexto de deterioro de las condiciones de vida y de aumento de las desigualdades y la fragmentación social como consecuencia de la pandemia.

El impacto de las medidas de aislamiento en los delitos y las violencias

Este apartado condensa los principales resultados del análisis sobre el impacto de las medidas de aislamiento en los delitos y violencias en los municipios del Conurbano Bonaerense, en el marco del Eje Seguridad del proyecto “Prevención y monitoreo del COVID-19 en municipios del Conurbano desde una perspectiva multidimensional y multiescalar de los efectos sanitarios y socioterritoriales de la pandemia por COVID19 y las medidas de ASPO en Argentina”. En esta sección se integrarán las principales conclusiones y líneas de trabajo desarrolladas en los cuatro informes presentados y publicados (Baudino et al., 2020; Queipo et al., 2020; Queipo et al. 2021a; Camardon et al., 2021a; y Camardon et al., 2021b) en el contexto de esa investigación

En líneas generales, a lo largo del estudio se constató que ante la situación excepcional que supuso la restricción a la circulación se registró una notable caída en los “delitos callejeros”, principalmente en los delitos contra la propiedad (robos y hurtos) y contra las personas (principalmente lesiones u homicidios). A medida que nuevas actividades fueron habilitadas y se flexibilizaron los controles, estos valores comenzaron a aumentar aunque sin recuperar los valores previos al contexto de pandemia, al menos en función de las fuentes relevadas. Mientras tanto, violencias vinculadas a cuestiones estructurales -como las violencias por razones de género y la violencia institucional- se vieron seriamente agudizadas. En este sentido, los datos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, dan cuenta de la caída de los denominados “delitos prevenibles”, en especial durante la primera etapa del ASPO, frente a un comportamiento proporcionalmente opuesto de lo que se categoriza como “otros tipos de hechos” -principalmente violencias y conflictividades interpersonales (cuya conceptualización como “no prevenibles” amerita ser problematizada)-, evidenciando un proceso de desplazamiento en los delitos y las violencias, y manteniendo constante el nivel general y agregado de hechos durante todo el período analizado en el informe. Así, la progresiva liberación de la circulación habría traído aparejado un aumento en los delitos denunciados en todos los departamentos judiciales, con una tendencia mayor en los departamentos del Conurbano frente a los que se agrupan en la categoría ‘Interior de la provincia’. En efecto, en el mes de mayo 2020 se reportaron un 37,1% de Investigaciones Penales Preparatorias (IPP) iniciadas más que en abril, lo cual podría vincularse a la mayor cantidad de actividades habilitadas y la distensión en los controles. Por otro lado, al analizar la información por departamento judicial, se encuentra que los departamentos de Lomas de Zamora y San Martín registran mayor cantidad de IPP iniciadas tanto en 2019 como en 2020, en términos absolutos. Se destaca en la comparación el descenso de IPP iniciadas en el departamento judicial de San Isidro, que alcanza el 42,9%.

Respecto a las IPP iniciadas según tipo de delito, se da cuenta de una reducción relevante a excepción de los homicidios (-3.6%). Mientras que los homicidios en ocasión de robo y los homicidios culposos (mayormente asociados a siniestros viales) cayeron cerca de un 20%, los otros tipos de homicidios se mantuvieron relativamente constantes, dando cuenta de que la conflictividad y la violencia letal persiste a pesar de las restricciones de circulación. En la información disponible, se observan las fluctuaciones más relevantes en la diferencia entre robos (-15,8%) y hurtos (-24,6%), atribuible en parte a la reducción de circulación en los lugares con mayor circulación, como zonas comerciales.

Al analizar los datos del Conurbano en particular, se observan diferencias importantes entre departamentos judiciales: los robos (y robos agravados) aumentaron en Quilmes y Moreno-General Rodríguez, y se redujeron levemente en La Matanza, mientras en el resto de los departamentos exhiben una reducción de más de un 25% respecto al año 2019. Esta tendencia se repite en hurtos, aunque en distinto grado. Desde el abordaje cualitativo, tanto las fuentes entrevistadas como los relevamientos de medios dieron cuenta de la preeminencia de hurtos, asaltos y robos a mano armada como los problemas con más impacto en la vida cotidiana en las distintas zonas. En todos los casos, los/as funcionarios/as entrevistados/as coincidieron en que a la disminución de este tipo de delitos en los primeros meses del ASPO, le siguió un aumento importante en los meses de julio y agosto, que luego se estabilizó por debajo de valores de años anteriores.

Por otra parte, en relación al desplazamiento mencionado, el aumento de las violencias y conflictividades interpersonales y asociadas al delito puede verse en los datos que aportan las fuentes secundarias y ha sido destacado por las fuentes entrevistadas. En este sentido, algunos/as entrevistados/as atribuyeron cierta incidencia al contexto de aislamiento en la dinámica de violencias interpersonales e intrafamiliar, así como algunos/as destacaron la incidencia de la cuestión habitacional. Por su parte, el relevamiento realizado por Maceira et al. (2020) arrojó que 

(...) siete de cada diez referentes territoriales entrevistados/as en el mes de julio en el marco de este proyecto reconocieron situaciones de violencia de género en sus territorios y muchos/as establecen una correlación entre la degradación de las condiciones materiales de vida (pérdida de empleo, falta de ingresos y problemas de hacinamiento) y el incremento de la violencia hacia las mujeres y las infancias (...). (Maceira et al., 2020: 34).

En relación al aumento de las denuncias se cuenta con datos de las denuncias realizadas a la Línea 144 publicados por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGyD). Los datos indican que mientras en marzo del 2020 las comunicaciones por violencias de género se redujeron un 19% respecto del mismo mes de 2019, a partir del ASPO, la variación interanual de la totalidad de las comunicaciones mensuales muestra la tendencia opuesta: en abril de 2020 —durante el ASPO— se recibieron un 23% más de llamados mensuales que en abril de 2019; el aumento interanual en mayo fue del 26%, en junio del 18%, en julio y agosto fue del 24%, en septiembre del 13% y en octubre del 12%. Por otro lado, el 57% de las intervenciones por violencias de género según provincia de residencia de la persona en situación de violencias, se realizaron en la Provincia de Buenos Aires.

En relación a la violencia letal —femicidios, femicidios vinculados y travesticidios—, los datos publicados por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dan cuenta de que, a lo largo del año 2020, en la provincia de Buenos Aires hubo 94 víctimas de femicidios directos (92 mujeres cis y dos mujeres trans/travesti), y 12 víctimas de femicidios indirectos. Durante el primer trimestre del ASPO (de abril a junio) se registró la mayor frecuencia de hechos en el año con un total de 27 casos (un 11% más de casos que en el primer trimestre y un 48% más de casos que en el mismo período en 2019).

Es relevante destacar que en un 67% de los casos, los femicidas eran parejas (52) o ex-parejas (14) de las víctimas. En 12 casos, se trató de otro tipo de vínculo familiar y en tan solo ocho casos fueron personas desconocidas por la víctima. Adicionalmente, en el 59% de los casos la víctima y los sujetos activos en el femicidio convivían al momento del hecho, y en el 15% existían denuncias formales radicadas contra los sujetos activos (sin haberse otorgado medidas de protección para ningún caso). Este tipo de indicadores permiten poner de relevancia el impacto de las medidas de aislamiento en el recrudecimiento de la violencia de género en el seno doméstico y/o familiar, y en este sentido resulta relevante que el informe bajo análisis clasifica un 80% de los casos (75) como enmarcados en un contexto de violencia doméstica

El informe de la Corte también refleja cómo la violencia letal de género afecta directa e indirectamente a niños, niñas y adolescentes: casi un 10% de las víctimas directas de femicidio fueron niñas (5 víctimas de hasta 12 años) y adolescentes (4 víctimas de 13 a 17 años). Los datos también revelan que las 94 víctimas directas de femicidio tenían a cargo al menos a 65 niños, niñas y adolescentes en total.

En cuanto a la distribución territorial, la mayor cantidad de hechos se concentran en municipios del Conurbano: Moreno (9) registra casi un 10% de los casos a nivel provincial, seguido en concentración de hechos por La Plata (5) y La Matanza (5), Florencio Varela (4) y Almirante Brown (4); Merlo (3), Escobar (3), Pilar (3), Lanús (3) y Lomas de Zamora (3); Ezeiza (2), Tigre (2) y Morón (2). Sólo considerando estos municipios (se ha dejado fuera del análisis aquellos municipios del conurbano que solamente han registrado un caso anual) se puede dar cuenta del 51% de los casos provinciales.

Además del análisis cuantitativo que permiten los datos de fuentes secundarias que han sido reseñados hasta aquí, resulta relevante dar cuenta de una cuestión cardinal que surgió del trabajo de campo que se realizó para la investigación marco: el aumento de las violencias interpersonales en general y de la violencia asociada al delito. En este sentido, algunos/as entrevistados/as atribuyeron cierta incidencia al contexto de aislamiento en la dinámica de violencias interpersonales e intrafamiliar:

(...) tenemos mucha violencia social. Peleas en la vía pública, los fines de semana que se ponen a jugar un picadito de fútbol y empiezan a discutir (...) tenemos muchos hechos que se interviene y se hacen sumarios por lesiones, lesiones de riña. (Entrevista José C. Paz, 30/10/2020)

(...) Vemos mucha más violencia (...) sí, hemos visto homicidios que no hemos tenido el año pasado, que no son en ocasión de robo, y son de relaciones entre conocidos, y son hechos mucho más graves y hasta sanguinarios más graves. Hasta peleas idiotas, que un vecino fue y le prendió fueguito para quemar unas ramas, vino el otro enojado, le dijo que lo apague, no lo apagó y le pegó mal. Cosas de violencia, que es lo que te hablaba antes, que la verdad que sin sentido, por la violencia misma, hasta no sabemos si es efecto de la cuarentena, de la locura que nos genera el encierro (...) (Entrevista Malvinas Argentinas, 09/10/2020)

Finalmente, otro emergente del trabajo de campo refiere a la ineficacia de las políticas públicas diseñadas y desplegadas para el abordaje preventivo de las violencias de género e intrafamiliar en particular, y de las violencias interpersonales en general. Según pudo concluirse, al menos preliminarmente, esta ineficacia estaría vinculada a la fragmentación de los dispositivos locales de atención y acompañamiento ante situaciones de violencia de género; a la falta de articulación entre instituciones públicas y organizaciones territoriales; a la falta de capacitación o sensibilización en perspectiva de género de actores públicos para la detección, derivación, acompañamiento de situaciones de violencias; al insuficiente e ineficaz abordaje judicial de las violencias; y a las deficiencias en la capacidad de gestión de programas (Queipo et al., 2021b).

El rol de las fuerzas de seguridad en las intervenciones de prevención y control del Covid-19

Si bien el proceso de descentralización y delegación de funciones en los gobiernos locales es un proceso de larga data en Argentina, el contexto de pandemia y el consecuente esfuerzo que implicó para los municipios -principalmente en áreas metropolitanas- en términos de despliegue territorial, de medidas de asistencia y apoyo a las áreas de salud, sumado a la localización de los conflictos y las demandas al nivel del barrio y del municipio, amerita una mirada de cerca a cómo las áreas de seguridad respondieron a la crisis sanitaria.

Es frecuente observar en las intervenciones en materia de seguridad ciudadana a nivel local un claro predominio de las gestiones centradas en las agencias policiales, es decir, una tendencia a la policialización de la agenda de seguridad, incluso en aquellas gestiones que podrían considerarse de corte más “progresista”, y pese al fenómeno de pluralización de actores y de la introducción -tras el retorno a la democracia- de políticas y estrategias extra penales de prevención. Siguiendo a Marcelo Sain (2008), este proceso habitualmente se dio en el marco del desgobierno de los asuntos de seguridad pública y la delegación -por parte de las autoridades gubernamentales- del monopolio de la dirección y administración de los asuntos de seguridad pública a las agencias policiales. 

Si bien podríamos dar cuenta de procesos recientes de mayor involucramiento de las burocracias civiles en el campo de la seguridad, dichos procesos no estuvieron habitualmente asociados a una despolicialización de la agenda mediante el despliegue de otro tipo de intervenciones en forma inter y multidisciplinaria para abordar las problemáticas de seguridad de manera integral, en consonancia con su multicausalidad. En el contexto de pandemia esta cuestión cobró relevancia(Queipo et al, 2020), con lo cual la desmonopolización de los interlocutores no involucró -al menos en los casos analizados- una despolicialización de las estrategias de abordaje.

Aún cuando es posible dar cuenta de excepciones a esta tendencia hegemónica, relevando en algunos casos la existencia de iniciativas de prevención extra-penal basadas en el abordaje conjunto y la articulación con otras agencias del Estado, la pandemia -al menos en su primera etapa de mayores restricciones- en general contribuyó a reforzar y extender el enfoque policialista y punitivista no sólo sobre el campo del abordaje de la criminalidad y las violencias interpersonales, sino también en el abordaje de las violencias por razones de género y en las cuestiones asociadas a los controles y prevención de los contagios en el marco de la pandemia.

Las tareas de la prevención de contagios y de control del cumplimiento del ASPO, desde sus inicios, se atribuyeron preponderantemente a las fuerzas de seguridad casi sin excepción, lo cual implicó una policialización y judicialización de los conflictos, propiciado no sólo por las decisiones de gobierno sino también por reclamos de la ciudadanía -aspecto que se constata al analizar el incremento de llamadas al 911 para demandar presencia policial por incumplimiento del ASPO, referido por los/as funcionarios/as entrevistados/as-. En este sentido, las fuentes dieron cuenta de la alta demanda de trabajo que generó a las fuerzas de seguridad y las administraciones locales el control de las medidas de aislamiento, principalmente en la primera etapa del ASPO (Queipo et al, 2021b). 

La extensión de las tareas policiales en este contexto o la policialización de las tareas de “cuidado” en el marco de la pandemia, involucró la realización de tareas más allá de las tradicionalmente asociadas a la “policía de calle” -si bien se parte del reconocimiento de que la institución policial destina gran parte de su tiempo a tareas no vinculadas con la prevención y conjuración del delito (Sain, 2016)-. Esta policialización de las tareas de “cuidado” se realizó habitualmente en detrimento de las intervenciones propias de actores de otros organismos de carteras sociales del Estado. Este proceso pudo verse favorecido por la cobertura territorial que pueden garantizar las fuerzas de seguridad, frente al reducido despliegue territorial de otras agencias del Estado, muchas de las cuales no fueron definidas como personal esencial en las primeras etapas del ASPO.

Incluso cuando las intervenciones fueron realizadas por parte de otro tipo de actores -como los gobiernos locales-, éstas generalmente también se basaban en enfoques policialistas. En este contexto, las políticas y estrategias de los gobiernos locales se centraron principalmente en el funcionamiento de policías locales o cuerpos preventores locales, y en la implementación de centros de monitoreo. La escasa formación y la ausencia de marcos de regulación de las actuaciones de los referidos cuerpos municipales son cuestiones dignas de análisis. Los recursos locales -aunque no exclusivamente, dado que resulta habitual contar con financiamiento externo- generalmente se dirigen a asignar recursos humanos, cámaras y dispositivos a dichos centros de monitoreo (Queipo et al., 2020).

Pese a que este tipo de políticas y estrategias sean hegemónicas, el trabajo de campo permitió visibilizar otro tipo de intervenciones “contrahegemónicas” en determinados municipios, basadas en estrategias sociales y comunitarias (Sozzo, 2008), y tácticas extra-penales de prevención y abordaje de los delitos y violencias. Dentro de este conjunto de iniciativas se encuentran, por un lado, aquellas que promueven la participación comunitaria o ciudadana, ya sea mediante los conocidos foros vecinales -como en el municipio de Gral. San Martín-, o mediante reuniones de articulación con organizaciones barriales y vecinos -como en el municipio de Avellaneda-.

Por otra parte, entre las iniciativas de prevención social del delito e intervenciones multi e interagenciales, cabe destacar el ‘Programa Comunidad Moreno’ -para el acompañamiento de jóvenes en conflicto con la ley, con fuerte articulación con otras agencias y programas del Estado como el Potenciar Trabajo-; así como programas e iniciativas que permiten trabajar realizando una fuerte articulación con carteras sociales -tales como las áreas o programas de Asistencia a la Víctima del Municipio de Moreno y Malvinas Argentinas, las articulaciones con el Observatorio Social del Municipio de Avellaneda, y con otros organismos y agencias del Estado-. Otros municipios no destacaron iniciativas preventivas y multiagenciales de este tipo desde el ámbito local, sino -como en el caso de José C. Paz- únicamente aquellas que parten de solicitudes u órdenes judiciales en materia de niñez y violencia de género, entre otras (Queipo et al, 2021b).

El trabajo de campo también permitió identificar intervenciones alternativas a las punitivas y policiales en relación a la prevención de los contagios y los controles en el marco del ASPO. Al respecto, cabe destacar el caso de los Cuidadores Comunitarios del municipio de Avellaneda, que constituye un cuerpo civil municipal que procuró evitar la asociación entre cumplimiento del ASPO y la militarización de los barrios, mediante el despliegue de otro tipo de herramientas discursivas basadas en el consenso y la concientización social, antes que en el uso de la fuerza.

En materia de violencias de género, este último municipio también dio cuenta de una experiencia local, el Gabinete Interdisciplinario de Abordaje de Conflictos (GIAC), basada en abordajes interdisciplinarios y en articulaciones entre el Poder Ejecutivo local -más específicamente, la Subsecretaría de Género y Diversidad del municipio- y el Poder Judicial -Fiscalía-.

Finalmente, cabe mencionar las experiencias de despliegue de otras agencias del Estado en conjunto con la institución policial para la realización de tareas de “cuidado” o “prevención” en la pandemia. Tal como se mencionó previamente (Queipo et al., 2020), gran parte de las dependencias locales de seguridad y las patrullas urbanas fueron destinadas a apoyar a las áreas de salud y desarrollo social, tanto en la coordinación y organización de tareas, como en el control y traslado de las personas contagiadas o del personal de salud durante la primera fase de la crisis sanitaria. 

La dimensión territorial del aislamiento y el control

Tal como se mencionó anteriormente, uno de los primeros impactos -probablemente el más evidente- de las medidas de aislamiento estuvo vinculado a las condiciones de habitabilidad, no sólo en términos de vivienda adecuada sino también de disponibilidad de espacio público y de acceso a servicios públicos de calidad. Asimismo, muchos hogares se vieron privados de sus ingresos y sin capacidad de acceder o sostener el acceso a la vivienda. Por otro lado, se puso en evidencia la polarización residencial existente en muchos municipios del Conurbano, así como en otras áreas metropolitanas (Di Virgilio, 2021), y su impacto diferencial en la provisión de servicios públicos como la salud y la seguridad. De esta manera, la dimensión territorial de las desigualdades incidió en la conflictividad a nivel local y en las distintas estrategias de abordaje desplegadas por los municipios, tal como destacaron las fuentes entrevistadas. 

Desde las áreas locales de seguridad relevadas se manifestó la preocupación por la cuestión habitacional en relación al abordaje y la emergencia de conflictos en el contexto de aislamiento. Una de las cuestiones que más atención suscitó tiene que ver con la ocupación de tierras -el caso más resonante fue el del predio de Guernica en el partido de Presidente Perón-, pero también con el aumento de los conflictos interpersonales y de la victimización en algunos barrios populares, como se observó en el apartado 2. Para el caso de Moreno, por citar un ejemplo, se destacó la incidencia de la cuestión habitacional en los conflictos interpersonales en el contexto de ocupación de tierras: 

A grandes rasgos (...) hay como dos grandes temas que destacan, que son: uno es toda la conflictividad vinculada a las tierras. Nosotros dimos una política fuerte con eso (...) para evitar las tomas. Tuvimos un trabajo fuerte en la disuasión (...) Pero bueno, toda la problemática de tierras deriva en problemas de violencia importantes. No sólo lo que son las tomas masivas, sino también en disputas en las que por ejemplo una familia le toma el terreno a otra familia (...) Acá hay homicidios vinculados a eso, hay lesiones vinculadas a problemáticas de la tierra. (Entrevista Moreno, 09/11/2020)

Por otra parte, algunos municipios desplegaron estrategias de aislamiento comunitario en los barrios populares en que los ingresos de los hogares dependían de sostener actividades económicas mayormente informales, y en los que la falta de acceso a servicios de agua y saneamiento adecuado, así como las situaciones de hacinamiento, impedían sostener las medidas de aislamiento impuestas. En este punto, el caso más paradigmático fue el del barrio Villa Azul, que se extiende entre los municipios de Quilmes y Avellaneda. Sobre esta experiencia, la fuente entrevistada dio cuenta de un abordaje multiagencial para prevenir y gestionar la conflictividad a nivel barrial:

“Tuvimos la experiencia de Azul, que fue el primer barrio que se cerró. Y ahí lo trabajamos principalmente con policía de Avellaneda, más allá de un refuerzo policial que trajo el Ministerio. Lo que hicimos fue instalarnos en un polideportivo del barrio (...) También se instaló la Dirección de Hábitat, y la presidenta del Observatorio Social (...) tres áreas centrales del municipio: Seguridad, Desarrollo (con el Observatorio Social), y Hábitat, nos instalamos en el lugar con la gente, y con la policía, porque también era difícil la convivencia (...) al principio, cuando dijimos cerremos, pongamos las vallas, nadie entra, nadie sale, no podíamos dejar solamente la comunicación a la policía. La comunicación tenía que ser nuestra, entonces pusimos mucho hincapié en la comunicación, que era municipal, no policial ni de ninguna otra agencia del Estado. En ese momento de cierre bajaron los niveles delictivos a cero, también eso repercutió en toda Avellaneda, se evitó muchas conflictividades (...) (Entrevista Avellaneda, 16/10/2020)

Asimismo, el despliegue territorial de apoyo a las políticas de prevención y asistencia implicó tomar decisiones respecto del despliegue de las fuerzas de seguridad provinciales y federales en territorio local, en muchos casos desempeñando tareas por fuera de su rol en conjunto con personal civil; pero también, para algunas de las gestiones locales bajo análisis, puso de relevancia cuestiones como la accesibilidad de los barrios, la percepción de confianza en la institución policial en los distintos territorios, el diagnóstico de los distintos niveles de gestión respecto de la situación de los barrios, entre otras cuestiones que hacen a la dimensión territorial de la gestión de la pandemia.

La primera discusión fue bastante ardua, fue si poníamos personal civil arriba de los móviles. Tenía que ver con la realidad de General San Martín. San Martín tiene 84, 86 barrios carenciados, algunos muy grandes, con muchísima población con dificultad de ingreso, y en el primer momento, 2011, cuando nosotros asumimos, muchas calles que no estaban asfaltadas. Eso no nos permitía un acceso directo (...) En definitiva, fue pensado como una policía de proximidad. Pero la realidad hace que en determinados momentos terminan actuando casi como una fuerza policial (...) Nosotros nos encontramos una realidad, nos encontramos mucha gente que se había quedado sin trabajo, gente que toda la vida vivió haciendo changas y que no tenían la menor idea de cómo hacer para conseguir algo en la municipalidad, porque nunca fue a pedir. Entonces ahí fuimos abordando, llegando a la casa, primero con un móvil identificado y después ya con un auto particular porque el vecino tenía vergüenza, nunca había pedido. Es decir, todas esas cosas (...) las programamos y después las tuvimos que ir modificando sobre la marcha. (Entrevista San Martín, 17/11/2020)

Por diagnósticos estadísticos de ambos ministerios, ellos habían definido que las fuerzas federales tenían que ir a dos barrios de los más vulnerables nuestros: Azul y Villa Tranquila. A nosotros no nos parecía, primero porque no es un lugar donde haya hechos delictivos, pueden ser barrios donde vivan algunos de los que cometen delitos, pero no es que ahí roban. Entonces dimos esa discusión, que no nos parecía que la prevención del delito tenía que ser militarizando los barrios populares en nuestro caso.(...) y bueno, dimos la discusión y logramos que Prefectura esté donde nosotros creemos que tiene que estar. (Entrevista Avellaneda, 16/10/2020)

Las fuentes entrevistadas percibieron a la vez que el aislamiento tuvo impacto en el desplazamiento de las violencias al interior de los barrios, en línea con la preocupación por el aumento de las “violencias altamente lesivas” problematizado por Rodriguez Alzueta (2021), que afecta desproporcionadamente a varones jóvenes.

(...) por la realidad de San Martín estaban confinados algunos territorios. Lo que sí vimos y advertimos en su momento es que se estaban armando ciertos niveles de violencia en los asentamientos, en el delito (...) Toda esa violencia estuvo contenida en los barrios mientras estuvieron totalmente aislados. Una vez que se fue abriendo esto, esa violencia se traslada y se encuentra con otra violencia, que es la violencia de aquél que estuvo aislado, de aquél que perdió el trabajo, de aquél al que se le fue complicando la vida en estos meses (...) Y eso provoca y desata más violencia, y lo vemos en televisión todos los días (...) entonces nos enfrentamos a una situación más compleja y a la cual yo le tengo bastante temor. Por eso insisto en que hay que garantizar la circulación, hay que garantizar, con la circulación me refiero de la policía, y la prevención, porque una vez que se produjo el hecho (...) diría que en los últimos tiempos no es lo normal, lo normal es que la víctima intente reaccionar y que tengamos un problema.  (Entrevista San Martín, 17/11/2020)

Hay otras formas de violencias que también se vieron agravadas ostensiblemente principalmente en la etapa de mayor confinamiento: las violencias perpetradas por el propio Estado, a través de las fuerzas de seguridad. Nuevamente, este tipo de violencias tuvieron manifestaciones muy diferentes de acuerdo al territorio, expresando las desigualdades preexistentes. Es así que, mientras en barrios residenciales de clases medias-altas el confinamiento podía tener lugar en ámbitos privados, en asentamientos y barrios precarios las condiciones de habitabilidad dificultaban el cumplimiento del aislamiento y, al delegar mayormente el control del ASPO a la institución policial -tal como se mostró en el capítulo 3-, tuvieron lugar graves hechos de violencia institucional.

Finalmente, problematizar la dimensión territorial del despliegue de medidas de prevención y contención del Covid-19, pero también de las principales violencias que se vieron agravadas por el contexto, demanda hacer mención al rol de actores fundamentales: las organizaciones comunitarias. La participación de las organizaciones sociales se vio tanto en su incorporación a las mesas locales intersectoriales creadas ad hoc en muchos municipios para la atención de demandas o la canalización de recursos de asistencia, en la presencia como recurso a nivel territorial, recabando y facilitando información sobre situaciones particulares, denunciando hechos de violencia institucional o reclamando seguridad por hechos de victimización, acompañando y realizando seguimientos sobre situaciones de violencia de género y de vulnerabilidad socioeconómica, entre otras. No obstante, se corroboró la percepción de que en muchos casos los ámbitos estatales no consideran o no siempre reconocen el aporte que pueden brindar las organizaciones en el abordaje concreto, es decir, generando instancias o espacios de participación en los dispositivos de trabajo en la temática y el acceso a recursos y financiamiento (Queipo et. al, 2021b).

Reflexiones finales

A lo largo de este trabajo se analizaron los principales impactos de las medidas de aislamiento y restricción a la circulación en la seguridad ciudadana a nivel territorial, a la luz del rol central que los gobiernos locales asumieron a los fines de implementar las medidas de prevención del Covid-19, así como en la atención a la demandas de asistencia directa, y de articulación de medidas entre distintos niveles de gobierno. Así, encontramos que el Área Metropolitana de Buenos Aires los niveles de acatamiento de las medidas de aislamiento se vieron condicionados por las condiciones de vida de la población en un contexto en que las condiciones de habitabilidad -tanto la unidad vivienda, como la escala barrial y hasta municipal- cobraron especial relevancia.

En este contexto, las fuerzas de seguridad fueron desplegadas desde una lógica propia del modelo policialista (particularmente en pos de imponer el acatamiento de las restricciones durante la vigencia del ASPO), pero también como auxiliares de las carteras abocadas al control sanitario y a la contención del empeoramiento de la situación social. El contexto de emergencia sanitaria puso en evidencia así las carencias de formación y aptitudes de las fuerzas para el abordaje de ciertas cuestiones particularmente relevantes en este marco -la proximidad comunitaria, las violencias estructurales, entre otras-.

Por otra parte, en los municipios relevados, se advierte una creciente preocupación por el aumento de las violencias en un contexto de deterioro de las condiciones de vida, percibida no sólo por funcionarios/as sino también por las organizaciones sociales que trabajan a nivel territorial. Esto incluye no sólo aquellas violencias de carácter estructural como las violencias por razones de género y la violencia institucional, sino también la conflictividad interpersonal (las “violencias altamente lesivas”), y la violencia asociada al delito.todo lo expuesto, surge la necesidad de diseñar e implementar políticas integrales de prevención y abordaje de las violencias, que incorporen la dimensión comunitaria y constituyan respuestas eficaces a los desafíos que se presentan a escala territorial y local.

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Introducción al número 49

Este número que denominamos “Producción del territorio y derecho a la ciudad”

Presentamos los siguientes trabajos:

 

·         Transformaciones territoriales y producción del hábitat en la Norpatagonia  Neuquén, de los tiempos de la provincialización a los del neoliberalismo: Relaciones complejas entre Estado, mercado y autogestión.

Autora: Graciela S. LandrisciniEsta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

IPEHCS UNCo CONICET Facultad de Economía y Administración. UNComahue.

 

 

·         Las cooperativas implementadas por el Estado para generar puestos de trabajo en Argentina. Sus características y su contexto actual.

Autora: Inés Liliana García

Socióloga (FCS-UBA)

Especialización en Economía Social y Desarrollo Local (FCE-UBA)

CPA Principal

Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR)/CONICET

 

 

·         CARTOGRAFÍAS VITALES

Procesos de producción de territorios  y derecho a la ciudad

en laderas de Medellín.

Autores:

Ángela Garcés Montoya

Historiadora, magíster en Estética de la Universidad Nacional de Colombia. Doctora en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata. Profesora asociada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín

Leonardo Jiménez García

 

Objetor de Conciencia declarado desde el año 1999. Co-fundador de la Corporación para la Comunicación Ciudad Comuna (2009) Medellín, Colombia. Aspirante a Magister en Educación y Derechos Humanos, Universidad Autónoma Latinoamericana.

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